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Funcionarios de la minera Southern Perú, concesionaria del proyecto Tía María, han señalado que están dispuestos a esperar un tiempo más para iniciar la construcción de la mina, en busca del mejor momento para el desarrollo del proyecto. Sin embargo, solicitan que el Ministerio de Energía y Minas conceda la licencia de construcción antes de agosto, fecha en que vence el Estudio de Impacto Ambiental (EIA).
Con esto, Tía María anuncia que se tomará el tiempo debido hasta que los ánimos de los grupos antimineros apostados en sur sean apaciguados. El movimiento antiminero, tanto en la provincia de Islay en Arequipa —donde se desarrolla el proyecto de cobre— como en otras zonas del país, es también una plataforma política que apunta a las elecciones generales del 2021. En este contexto, algunos consideran que el inicio de la construcción de la mina se produciría con el nuevo Gobierno.
Una encuesta realizada recientemente en la región otorga a la minera una aceptación de la población del 71%. Un tremendo avance respecto de las encuestas previas, que registraban un 59% de apoyo de la población al proyecto de cobre. La legitimidad del proyecto, pues, avanza a paso firme. La población ha comenzado a darse cuenta de que la minería puede convivir en áreas definidas, distantes y en paralelo a las actividades agropecuarias que se desarrollan en el valle de Tambo, sin causar ningún daño al medio ambiente. En este aspecto, la minería ha demostrado en diferentes lugares ser el mejor aliado de los agricultores en las zonas donde se desarrolla.
Tal es el caso del programa Valle Unido-Tía María. Los ingenieros agrícolas del proyecto están ayudando a los agricultores a salvar sus sembríos afectados por las plagas y las inundaciones debidas a las intensas lluvias del verano pasado. Los especialistas han ideado una solución natural amigable al 100% con el medio ambiente y que está reduciendo notablemente los gastos de la fumigación, que cuesta entre S/ 500 y S/ 600. Los resultados son notables. La solución para enfrentar a las plagas consiste en combinar agua con la planta cola de caballo, la misma que se toma como infusión y que sirve además para eliminar la malahierba de los sembríos.
La mezcla se aplica de la misma manera que los pesticidas químicos. Esta solución ha librado a los cultivos de la roya, el hongo catastrófico que afecta a los granos cultivados. Asimismo, los agrónomos ayudan a mejorar y expandir las plantaciones de alfalfa, trigo, maíz y arroz. De igual manera, se han iniciado plantaciones de olivos en el valle de Tambo. La buena vecindad que promueve Valle Unido-Tía María es un hecho real. Un programa involucrado en diferentes proyectos para servir a la comunidad.
No obstante todo lo avanzado, el movimiento antiminero concentrado en el sur no descansa. Ahora intenta reeditar la estrategia del 2011, cuando se detuvo el proyecto Conga: asusta con leyendas a la población, sobre todo a los agricultores del valle de Tambo, diciéndoles que sus cultivos serán afectados con el polvo de la mina y que el agua del río Tambo se contaminará con filtraciones de las operaciones mineras.
Los antimineros mienten sin rubores. No dicen que la producción de cobre será por el sistema de lixiviación, considerado en todo el mundo como el más amigable con el medio ambiente. El proceso de lixiviación consiste en disponer canchas totalmente impermeabilizadas con geomembranas, en donde se deposita el mineral chancado. Como si fuera una parcela agrícola, se riega agua por goteo con una cantidad mínima de ácido sulfúrico (6 gramos por litros de agua de mar desalinizada) para provocar la oxidación del mineral. ¿Dónde está la contaminación de la que hablan los antimineros? El agua que consumirá el proyecto provendrá de una planta desalinizadora que la empresa construirá para usar agua de mar.
Mientras tanto, el proyecto Tía María continúa desarrollando programas de entrenamiento y capacitación de jóvenes para cubrir los 9,000 empleos para la etapa de construcción, y 4,200 para las operaciones. Es decir, con Tía María el progreso del sur está asegurado.
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