Algunos días después de la APEC, poco a poco, el Per&uac...
La experiencia de los países del sudeste asiático, que se convirtieron en sociedades desarrolladas en cuatro décadas –no obstante que a Occidente el aprendizaje del desarrollo le demandó más de dos siglos– demuestra que sin capital social cualquier proyecto de desarrollo tiene límites. No solo basta afirmar y consolidar instituciones y resolver los problemas de las infraestructuras, sino que también se necesita una fuerza laboral educada e innovadora, una condición que demanda un sistema sanitario de primer nivel.
Por ejemplo, sin las reformas educativas y del sistema de salud previas, Corea del Sur ahora no estaría compitiendo en los mercados globales de la revolución digital y la IV Revolución Industrial. Las reformas de la educación y de la salud, pues, definen el futuro de un país.
En el Perú el avance de la reforma educativa está amenazado por normas del Legislativo que promueven el nombramiento automático de maestros al margen de los concursos y evaluaciones de méritos de la carrera pública magisterial. Sin embargo, los déficits y errores acumulados en el sistema de salud nacional nos alejan definitivamente de cualquier posibilidad de desarrollo.
Por ejemplo, según el estudio Situación actual del sistema de salud peruano, elaborado por Videnza Consultores por encargo de ComexPerú, a fines del 2023 el 97 % de los 247 hospitales a nivel nacional y de los 8,783 establecimientos de salud de atención en el primer nivel tenía infraestructura y equipamiento inadecuados. Igualmente, el 95% de los 41 institutos de salud del país estaban en la misma situación.
El estudio de Videnza establece también que en el 2023 los peruanos gastaron S/ 169 más en promedio por la compra de medicinas ante el desabastecimiento que se registra en el sistema público nacional de salud. La cifra es mayor en 24% con respecto al 2019; es decir, antes de la pandemia. Números que desnudan el colapso del Estado en la administración de los recursos públicos en el sistema de salud. Según el mencionado estudio, dos de cada cinco establecimientos no están abastecidos de medicamentos esenciales.
Todas las cifras y estudios señalan que el presupuesto de salud desde el 2000 hasta la fecha ha venido incrementándose significativamente. Sin embargo, la calidad de los servicios no cesa de caer, tal como todos los peruanos lo comprobamos durante la pandemia pasada, situación en que el Perú alcanzó el récord mundial de 200,000 muertes. Las deficiencias estructurales del sistema sanitario se sumaron a las imprevisiones, irresponsabilidades y frivolidades del gobierno de Martín Vizcarra.
Ante esta situación se requiere convocar al sector privado a gestionar y administrar los servicios de salud a través de las asociaciones público privadas (APP), tal como se ha demostrado en las administraciones exitosas en el Hospital de Alta Complejidad Guillermo Kaelin de la Fuente en Villa María del Triunfo y el Hospital Antonio Lorena en Cusco. En estos complejos de salud se han reducido significativamente los plazos para atenciones médicas en cirugías, cardiología, oncología y otros servicios especializados.
Por otro lado, la multiplicación de las APP en los servicios de salud nos permitiría convocar a corporaciones mundiales y al sector privado nacional, sobre la base de condiciones básicas de atención y servicios, y superar las actuales deficiencias del sistema sanitario nacional. Por ejemplo, en Inglaterra y en España las APP en salud han posibilitado el incremento de la calidad de los servicios y el ahorro de los recursos fiscales.
En cualquier caso, vale recordar que sin reforma de la salud nunca existirá un capital humano de calidad y las posibilidades de desarrollo se alejaran cada vez más.
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