Hugo Neira

Acotación sobre la sociedad hipercompleja (I)

Para situarse en la aldea global

Acotación sobre la sociedad hipercompleja (I)
Hugo Neira
18 de agosto del 2025


A Dana Cáceres y Pedro Cavassa 

El concepto de Tercer Mundo ha quedado desprovisto de sentido. Es tierra baldía, apenas aplicable a unos cuantos países en barbecho, a las desgraciadas naciones africanas que algunos observadores, desde ahora, consideran “impensables para el capitalismo” (Guy Sorman, Le capital, suite et fin, 1994). Otras tierras, continentes enteros, se mueven hacia la prosperidad en el sudeste de Asia, en América Latina desde la década de los noventa, incluso entidades colosales como la India o China Popular entran de pleno pie en la lógica del nuevo reparto de poder, en el gran mercado planetario, en la aldea global. La cuestión es simple. No hay tercer mundo porque al desaparecer la Unión Soviética no hay segundo mundo. Pero eso no es todo. La metástasis del mercado reproduce lo que se entiende por primer mundo un poco por todas partes, aunque en dosis variadas. Y esto es lo que quisiera exponer a los amigos que editaron Hacia la tercera mitad con pocos operarios, en una empresa eficaz y productiva. Y eso, como las clínicas limeñas, los bancos modernos y algunos laboratorios, también es el primer mundo. No un lugar geográfico, bajo una bandera determinada. Sino una actitud, una cultura de la economía, un tipo de servicios.

No quiere esto decir que han desaparecido las diferencias entre naciones ricas y atrasadas. Las estadísticas financieras internacionales y sus tablas macroeconómicas siguen estableciendo el listado de naciones, clasificadas desde las más industriales y de bienestar a las de menos. La mundialización aproxima a lo que es intercambio de mercancías, capitales o información, pero separa en lo que son rendimientos. Y en este sentido, jamás las distancias se han hecho más grandes. En la era del “jet-capitalismo”, del totalitarismo del dinero, en la guerra devastadora de mercados, de la “desreglamentación” y deslocalización de industrias, ¿cómo saber cuáles son las nuevas naciones emergentes? En una época de gran desorden internacional y que algunos llaman del casino mundial, ¿cómo situarse? Contrariamente a lo que sustenta la teología liberal, ni los Estados ni las naciones han dejado de existir, aunque un empresarismo a escala planetaria merme el poder de los actuales gobernantes. Mermar es disminuir, no es desaparecer. La situación es paradójica y confusa. Los Estados hallan sus límites en el Mercado y el Mercado los suyos en los Estados. Los modus vivendi están a la orden del día. 

 

Para situarse en la aldea global

Situarse fue uno de los conceptos míticos de Jean-Paul Sartre. Situarse, en efecto, tiene el mismo contenido en francés y en castellano. Es poner cosas o personas en su sitio. Es asignar un puesto o un emplazamiento a algo. Es “posicionarse”. No es casualidad que esta preocupación atraviese los estudios sobre América Latina, en particular los más recientes. Es cierto que ya no es posible seguir situándonos como países subdesarrollados. El modelo de industrialización por sustitución de importaciones que el continente adoptó después de la crisis de los años treinta, garantizó medio siglo de crecimiento y cambios internos considerables. Los años ochenta marcan el fin de ese modelo, al estallar la crisis de la deuda y con mercados protegidos, ese industrialismo se revela incapaz de proseguir ante la actual revolución de la tecnología. Pero cuarenta años de industrialización autocentrada habían transformado a las sociedades latinoamericanas. Alfabetización y urbanización masivas. Modernización. Como dice Touraine, América Latina cree en la escuela y en el libro, “como nosotros”, y piensa en la cultura europea nacida del optimismo de las Luces. Ese mundo latinoamericano de grandes urbes, nuevas élites, capas medias, demandas sociales de educación y salud, de explosión cultural y toma de conciencia, ya no es tercermundista. Pero no nos engañemos, ningún país entre el río Grande y Tierra del Fuego, al filo del nuevo milenio, puede ser considerado completamente industrial o desarrollado, lo impide la debilidad del sector financiero, el retardo tecnológico y científico, la inestabilidad política. Ninguna alberga una sociedad de bienestar y enteramente pacificada. Ni desarrollados ni subdesarrollados, ¿qué somos?

Cada época tiene sus representaciones. Cada sistema de clasificación revela a la vez un tipo de exigencia, un propósito. Hoy en las naciones-industria no cuenta solamente la producción industrial sino también la calidad de vida y el consumo masivo. La globalización y la nueva complejidad del mundo exigen una renovación de las categorías al uso para pensar la realidad. El mundo que nos rodea cambia rápidamente. Las innovaciones atraviesan las fronteras nacionales. Las formas más intensas de la migración no son solamente la gente que se desplaza de un país a otro, o salta continentes, son también las de lo que Jacques Attali ha llamado “objetos nómades”: el fax, el teléfono celular, los juegos de vídeo, los ordenadores portables, todo lo que va creando, por todos los rincones de la tierra, formas semejantes de distraerse, de educarse, de trabajar. Las sociedades se fragmentan en cuanto tienen acceso, o no, a los servicios de esa tecnología nueva y global. Esta nueva mutación de la modernidad es todavía más intensa, viaja más rápidamente que la que llegó con las manufacturas a fines del XIX, o con el automóvil, la radio y la televisión, los productos farmacéuticos y la energía del vapor, la electricidad o el petróleo. Las nuevas disparidades se establecen al interior de cada país. Unen y fragmentan el planeta en que vivimos. 

Situarse es preguntarse por el lugar que ocupa la nación en la que vivimos, y en relación a quién se avanza o se retrocede. Esta pregunta atañe a todos. A los países del bienestar, porque pueden perder su supremacía. A las naciones emergentes, que pueden adquirirla. Ahora bien, un nuevo intento de clasificación tiene que dar cuenta, entre otras, de la siguiente paradoja. La coexistencia de un mercado mundializado con un archipiélago de naciones, culturas y civilizaciones enteras con velocidades distintas de integración, incluso, con resistencias. El integrismo musulmán es uno de esos casos de anticapitalismo identitario, aparecen sin duda otros. Es una comprobación elemental pero necesaria: los nuevos territorios sin límites del poder económico, del ciberespacio y la geofinanza, no han desalojado a las naciones, al contrario. La indigencia del discurso político ante una realidad que ha llegado a ser internacional sin dejar de ser nacional, la rompen algunas exploraciones. Daré cuenta de unas pocas.

Cuando el sistema capitalista y el socialista dejaron de oponerse, el mundo se volvió a dividir en cuatro mundos, dice Guy Sorman. Llama hoy primer mundo a aquel que agrupa las sociedades del capitalismo democrático, Este y Oeste confundidos, puesto que el Asia no produce una variedad original de capitalismo, lo acepta y asume. Un segundo mundo engloba las sociedades que intentan unirse al capitalismo democrático y que lo conseguirán como Europa central, Turquía y el cono sur sudamericano. Un tercer mundo reúne a las sociedades que intentan acceder al capitalismo democrático, ora porque sus élites temían perder su poder, ora porque el capitalismo es radicalmente incompatible con su cultura. Ahí puede surgir una economía de la fragilidad, que apunte más a eliminar la pobreza que a crear más riqueza. India, parte de América Latina, el fundamentalismo musulmán. La utopía de hoy a veces es —afirma— la utopía de mañana. 

Si se cree que la necesidad de situarse es sólo un problema para la “intelligentsia” de los mundos en transición (hacia la modernidad o hacia nuevas formas de identidad sustitutiva) estaríamos en un error. Paul Kennedy ha pasado revista a diversas culturas y naciones, preguntándose cuáles serán los ganadores y perdedores en el siglo XXI, y en su pesquisa, examina las posibilidades de Europa, la ex URSS, el “plan” japonés y el propio Estados Unidos, cuyo porvenir no sale bien librado (Preparing for the XXIst Century, 1993). Por lo demás, en Norteamérica, la proximidad del milenio y los nuevos desafíos de la demografía, el contorno natural que se degrada, la biotecnología, la robótica y las tecnologías de la información, han desencadenado una ola de “The End”, el fin del Estado, de la escuela, el trabajo, la familia....

¿Cuál sería el sitial de Europa en el mundo de mañana?, se pregunta Jacques Attali. Su destino dependerá del sesgo que tome la conformación de la Comunidad Europea, que le parece múltiple. Hay varias Europas posibles. ¿Una Unión Federal Europea? Es la escena que más le atrae, que pasa por la moneda única y la evolución a la larga hacia el federalismo, pero prevé que los Estados Unidos y Rusia se opondrán. Queda otra posibilidad, una Europa II, un espacio europeo confederado, un gran mercado abierto hacia la candidatura de los países bálticos y los ex satélites soviéticos, un mundo de 500 millones de consumidores y una alianza floja de unas veintitantas naciones bajo la hegemonía alemana. La Europa III sería una unión euroatlántica, un camino a la integración progresiva con América del Norte. Este atlantismo no sería sino una máscara para la dominación americana. Como es notorio, Attali no puede pensar en Francia, su país, sino en relación a una de estas tres formaciones europeas mayores. La complejidad mayor de los conjuntos continentales domina la complejidad menor de las naciones. Sostenerlo, en el seno de una de las naciones más apegadas a la idea de patria y nacionalidad (de alguna manera, Francia inventa el modelo de Estado-nación en 1789), no deja de ser un audaz desafío intelectual.  [continúa]

Extraído de Cartas abiertas desde el siglo XXI, SIDEA, Lima, 1997, pp. 77-82 (escrito el 15/12/1996).

Hugo Neira
18 de agosto del 2025

NOTICIAS RELACIONADAS >

El carácter de Hipólito Unanue

Columnas

El carácter de Hipólito Unanue

Hipólito Unanue (1755-1833) había modelado su personalid...

04 de agosto
La primera juventud de Hipólito Unanue

Columnas

La primera juventud de Hipólito Unanue

Alrededor de 1755, el universo colonial en donde se habría de r...

21 de julio
Retrato de Bolognesi por Sáenz Peña

Columnas

Retrato de Bolognesi por Sáenz Peña

Fue Roque Sáenz Peña (1951-194) un egregio argentino que...

07 de julio