Carlos Adrianzén
Entre vacancias, golpes y paros
Es una prioridad de todo Gobierno garantizar el orden público

Un grupo de privados ha organizado otro paro para el día de hoy. Su impacto estaría sellado por sus antecedentes. La semana pasada el Congreso Nacional vacó a la presidente Dina Boluarte. Estrambóticamente, esta vacancia, según los mismos congresistas que instalaron a Boluarte, se justificaría –entre otras cosas– por su opción definida por defender el orden público (en medio de la asonada de Pedro Castillo y sus colaboradores). Dicho sea de paso, el episodio aludido habría dibujado una intentona golpista que fue develada sin que el legislativo u otras instituciones investiguen si fue financiada con impuestos.
En este ambiente resulta clave ponderar que, a lo largo de la última década, los accidentes políticos peruanos no han sido pocos. Que han proliferado desde procesos electorales oscuros, con financiamientos ilegales o externos. O que, en los tiempos de la pandemia china, también registramos accidentadas disoluciones del congreso y hasta conatos de golpe. Dentro de esta cantinflesca secuela no podría ignorar la seductora etiqueta de ciertas paralizaciones recientes. Dizque serían paros de la generación Z.
Lo curioso aquí resulta la incoherencia del etiquetado elegido. De tener un gramo de razón supongo que ellos se referirían a hordas de transportistas nativos digitales (¿?); o a hordas de choferes rodeados de tecnología, internet y redes sociales desde edades tempranas (¿?); o a agrupaciones de empresarios informales que operarían en un ambiente de alta conectividad (¿?); y que -todos ellos- se comunicarían principalmente a través de plataformas digitales (¿?). Y por supuesto, nos referiríamos a actores que valoran la inmediatez (¿?).
Algo así como un cúmulo del trabajo cotidiano de empresarios informales, choferes, levantadores y cobradores tremendamente involucrados en causas ambientales. Y también partidarios acérrimos de las prédicas feministas, abortistas o LGTB. Y esto no cuadra para nada.
En los hechos, en cambio, se trataría de actividades organizadas por transportistas formales e informales, personas indignadas por la sucesión de crímenes asociados a la delincuencia común y la inseguridad ciudadana. Eso sí, cuentan con el apoyo de otros personajes variopintos y diversos. Cada uno con un pliego de reclamos propio.
Cualquier similitud tangencial con el desgastado término “revolución molecular”, acuñado por un versátil psicoanalista neomarxista, no es coincidencia. Pero no nos confundamos. Tal nivel de complicación excede a los gestores políticos locales. Ellos, sueltos de huesos y a modo de recubrimiento a toda moda, denominan a esta suma de críticas superpuestas como un paro de… la generación Z.
Más allá de esta puesta en escena, resulta crucial subrayar el contexto subyacente. Para ello nada mejor que enfocar lo obvio. Y que normalmente implica lo que nadie quiere ver.
El Nóbel de la Paz nos impacta: Trump y Maria Corina
Los recientes eventos en la Venezuela del Cartel de los Soles, en un relativamente corto plazo podrían alterar la escena nacional. Ante la eventualidad de un cambio de régimen en la despensa cubana, el Foro de Sao Paulo –con gallito incluido– puede ya estar buscando otra plaza extractivista latinoamericana de la cual medrar.
En este plano, la primera figura de estas líneas nos devela información jugosa.
Explicación de la Figura por el autor: En consistencia con las diferencias de desarrollo relativo, la Pobreza (riqueza) en Chile resulta mucho menor (mayor) que en el Perú… mientras que Bolivia, ya registra un infierno de pauperización. Pero, téngalo claro: los tres están económicamente estancados. Solo que Bolivia se empobrece a un ritmo socialmente alarmante.
Y es que, más allá de que nuestro PBI por persona no alcance ni siquiera el promedio global y resulte apenas un décimo del similar estadounidense, y que las tres plazas hayan dejado de crecer a ritmos significativos, para el Foro el Perú dibuja hoy una plaza ideal.
Políticamente frustrada –por la reducción de su crecimiento económico en la última década–, ejemplifica una suerte de maravilla económica… comparada con la ya cubanizada Bolivia. Nótese que aquí el contenido del vocablo Cubanización implica la consolidación de un régimen dictatorial o socialista que se alimenta del descontento. Sí... como en Cuba o Venezuela. Y este proceso político tiene sellos característicos. Simultáneos deterioros en Corrupción Burocrática e Incumplimiento de la Ley; en medio de una abierta pasividad frente a la Violencia de cierto Tamiz ideológico.
La data nos grita
El segundo gráfico aquí, más allá de cualquier narrativa, descubre el problema mayor que enfrentan los peruanos hoy: nuestra cubanización ya estaría en proceso (ver Figura 2a). En términos de avance de lo izquierdista en la gestión burocrática nos acercamos a Bolivia y a Chile, dado el declive chileno.
Explicación de la Figura por el autor: Ninguna de las tres plazas enfocadas implican niveles de gobernanza burocrática de primer mundo. Sin embargo, Chile coquetea con ellos mientras que Bolivia y Perú implican ambientes institucionales muy mejorables. Ojo que, en la comparación, el caso boliviano grafica nuestra peor pesadilla.
Nos guste aceptarlo o no, la gradual reversión de las reformas de mercado de inicios de los noventas o –si usted prefiere– las anti reformas izquierdistas del periodo post humalista, han deteriorado severamente la institucionalidad del país. Dibujamos hoy una plaza con alta ineficacia, desorden y corrupción burocráticas.
A pesar de la favorable elevación de los precios externos, esto no solamente ha minimizado el crecimiento económico peruano o los flujos de inversión hacia el país. También ha enervado la informalidad y la inseguridad ciudadana. En relativamente poco tiempo nos acercamos mucho institucionalmente a Bolivia. Económicamente, hemos pasado desde tener casi tres veces su penoso nivel de pobreza… a solamente dos.
Llegados a este punto es útil recordar una vieja observación. La izquierda latinoamericana resulta eficaz en solo dos planos. En marketing político; le pueden hacer creer que al empobrecerlo lo hacen rico; o que la inflación justa solo se mide en la canasta que ellos fijan a su discreción. Gobernando, en cambio, sus opresores tienen como correlato la pauperización y la corrupción. Nunca se lo van a contar directamente, pero se lo esconderán con la frase: la violencia es la partera de su historia (de pauperización).
No lo olvide
La izquierda regional implica corrupción burocrática e incumplimiento de la ley, pero se materializa con la tolerancia a su violencia. En el Perú, desde 1995 a la fecha, la evidencia es clara (ver Figura Tres). Desde hace ya más de una década, tolerar que el gobierno abdique de su responsabilidad número uno (garantizar el orden público) nos está destruyendo. Como sucedió en Bolivia.
Algunos activistas o dizque periodistas se enervan a extremos ridículos cuando alguien sostiene abiertamente que la defensa del Orden Público no es un tópico negociable.
Explicación de la Figura por el autor: Los quiebres continuos de la separación de poderes han creado mayores pobreza e informalidad. El incumplimiento de la ley y el orden público no solo nos ha llevado al estancamiento… sino hacia una escalada de desorden dictatorial. Y por favor recuerde los hechos: en el Perú actual no existirían cuerdas separadas.
La cosa es simple
Nos han lavado el coco. Ceder frente a la violencia justificada ideológicamente es una fuente inagotable de desgracia para todos y mucho más duramente para los más pobres. Es también una traición a los últimos.
El Bien Público por excelencia -eso que algunos encuentran como la razón básica para la existencia del Estado- es el orden. Sin él, no hay receta económica que genere progreso.
Si alguien puede asesinar, robar, incendiar propiedades, agredir personas, tomar carreteras o incumplir la Ley como le viene en gana. El fracaso económico del país resulta seguro, lógico e inevitable.
Hoy, por ejemplo, el departamento de Puno no registra por una casualidad –o por culpa de otros– un producto por persona deplorable, aunque mayor al promedio boliviano. Un flujo equivalente a la cuarta parte del de un limeño y un octavo del promedio mundial. Ni ellos ni nosotros deberíamos olvidarlo. Su postración actual se explica por su propia corrupción burocrática; por su incumplimiento de la ley y –particularmente– por su tolerancia a la violencia, públicamente ejercida por bandas de cierta ideología.
Cierro esta observación recordándoles (y recordándonos): como siempre, el despertar económico estaría en nuestros propios votos.
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