Guillermo De Vivanco

Democracia sin sabiduría

Ignorancia y responsabilidad cívica

Democracia sin  sabiduría
Guillermo De Vivanco
10 de noviembre del 2025

 

En las pasadas elecciones, Pedro Castillo obtuvo 2.72 millones de votos en la primera vuelta y 8.83 millones en la segunda; es decir, consiguió 6.11 millones de votos adicionales que le dieron el triunfo. La desidia, el antifujimorismo y, muy probablemente, el fraude le otorgaron los 44,000 votos con los que ganó la elección. Democráticamente elegimos al candidato menos preparado para el cargo y pusimos nuestro futuro en manos de un ignorante y, además, filoterrorista. Nunca lo entenderé.

Dentro de cinco meses volveremos a las urnas para elegir un presidente entre 39 planchas presidenciales, así como 260 congresistas entre 10,140 candidatos. Los requisitos para postular son, básicamente, dos: ser mayor de 35 años y peruano de nacimiento para la Presidencia; y tener 25 años y ser peruano para el Congreso. Nada más. No existe ningún requisito adicional: se puede ser tan ignorante como para no saber qué es un monopolio o tener doctorados y, aun así, desconocer las tablas de multiplicar.

Sin filtros partidarios ni capacidad de discernimiento, los peruanos elegimos para que nos gobiernen personas que jamás calificarían para trabajar en el sector privado, personajes sin mérito alguno. La democracia no selecciona a los votantes más capacitados para elegir ni a quienes tienen la habilidad de valorar las capacidades de los candidatos o sus planes de gobierno. ¿Acaso la democracia no eligió a Barrabás y crucificó a Cristo? ¿O no condenó a Sócrates, el hombre más sabio de Atenas? Elegimos seducidos por la demagogia, el resentimiento o el revanchismo, por promesas de bienestar inmediato o por quien colma nuestros deseos. Una democracia sin sabiduría empobreció durante más de setenta años a la Argentina, quebró la Bolivia de Evo Morales y llevó al colapso al Estado de bienestar que ha dejado sin futuro a Europa. Hoy la historia se repite en Nueva York, que ha elegido como alcalde a Zohran Mamdani, un comunista populista de 34 años que prometió mejoras y privilegios que le aseguraron la victoria, aunque su costo, de US$ 10,000 millones lo hace absolutamente inviable. La ignorancia les pasará factura.

La incertidumbre sobre la capacidad del electorado para elegir correctamente solo puede mitigarse con una buena educación; sin embargo, esta no es una condición que se logre en el corto plazo. ¿Qué nos protege de los casi nueve millones de peruanos que votaron por Castillo? ¿Habrán aprendido la lección de la historia? Ortega y Gasset afirma: “Lo importante es la memoria de los errores, que nos permite no cometer siempre los mismos. El verdadero tesoro del hombre es el tesoro de sus errores, la larga experiencia vital decantada gota a gota en milenios.” Por eso, Nietzsche define al hombre superior como “el ser de la más larga memoria”. Si así fuera, recordaríamos que Velasco fue un desastre, que las empresas estatales fueron fábricas de pobreza y nidos de corrupción, y que el Perú no libró un conflicto interno con Sendero Luminoso, sino que se defendió del ataque de esa banda de asesinos que mataron a miles de inocentes. No deberíamos olvidar que Abimael Guzmán fue el peor genocida de la historia del Perú, y que Conare, Perú Libre, Castillo, Cerrón y Bermejo son sus sucesores y buscan retomar el poder. Estemos atentos para no reelegir a los casi cien congresistas que hoy buscan permanecer en el cargo.

Nuestra defensa ante una sociedad sin sabiduría es construir República: un sistema que se sostiene en el respeto irrestricto a la Constitución. Por lo tanto, el primer frente de batalla es impedir cualquier intento de cambiarla mediante un proceso plebiscitario. Defender la Constitución es la primera tarea de todo demócrata, pues en ella están consagrados nuestros derechos, la institucionalidad, la separación de poderes y el régimen de libre mercado y libertad económica. No deberíamos vivir con el sobresalto de quién es elegido presidente si tuviéramos una República bien constituida, en la que las competencias estén claramente asignadas y el poder limitado mediante contrapesos que impidan el abuso y la tiranía presidencial. La defensa de la Constitución debe ser el compromiso fundamental en la próxima campaña electoral, y es necesario exigir a todos los candidatos un pronunciamiento claro y contundente de su más estricto respeto y cumplimiento.

Guillermo De Vivanco
10 de noviembre del 2025

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