Guillermo De Vivanco

La estulticia electoral

El país no puede volver a cometer los errores de las últimas elecciones

La estulticia electoral
Guillermo De Vivanco
15 de diciembre del 2025

 

Carlo María Cipolla fue un historiador italiano que escribió Las leyes fundamentales de la estupidez humana. En ella sostiene que la estupidez no es falta de inteligencia, sino un comportamiento dañino e irracional que perjudica a otros sin brindar ningún beneficio personal. El pasado 10 de noviembre escribí sobre la democracia sin inteligencia, tal vez porque sigo sin comprender cómo casi nueve millones de peruanos eligieron a Castillo en la segunda vuelta de las elecciones del 2021. Cipolla afirma que los estultos, o estúpidos, son más de los que uno cree; una afirmación ampliamente corroborada por los electores de Castillo. Dice además que son más peligrosos que los malvados y que sus decisiones políticas suelen ser populistas y demagógicas.

Muchos años antes, en 1511, el humanista, filósofo y teólogo Erasmo de Rotterdam escribió su obra Elogio de la locura, en la que  describe la estupidez humana. Dice Erasmo que el estúpido vive en el autoengaño, que su vanidad lo lleva a creerse sabio sin serlo, que no se trata de ignorancia sino de renuncia al juicio crítico, que cuanto más alto es el cargo más peligrosa resulta la estulticia y que el colmo de la estupidez es no saber que se es estúpido.

Una encuesta de Ipsos (noviembre de 2025) revela que el 54% de los encuestados desaprueba la sentencia condenatoria a Pedro Castillo y que el 40% rechaza la condena a Martín Vizcarra. ¿Fuimos tan tarados de comprarnos el relato victimizante del peor candidato posible? Elegimos a un ignorante sin ninguna experiencia, que apeló a su origen campesino, a su condición de humilde profesor, al provinciano que se erigió como representante del pueblo frente a los grupos de poder, al supuesto perseguido social de los poderosos. La respuesta es sí. Y lo peor de todo es que no aprendimos la lección y que, según la encuesta, Castillo es visto como un gobernante honorable que ha sido condenado injustamente. Un tipo que nunca pudo formar gobierno y que, en sus 497 días como presidente, cambió 81 ministros, uno cada seis días. Se rodeó de pirañas, sátrapas y sabandijas, empezando por su secretario personal, Bruno “veinte mil dólares” Pacheco, habilitado en el puesto por el inefable admirador de terroristas Francisco Sagasti.

Sin embargo, con el paso del tiempo aparecieron testimonios irrefutables de la corrupción y de la catadura moral de este sujeto. ¿Perdimos la memoria? Los testimonios de Karelim López, las coimas de Sarratea, Salatiel Marrufo, Alejandro Sánchez y otros que, acogiéndose a la colaboración eficaz, brindaron todos los medios probatorios para desenmascarar al delincuente coimero de Pedro Castillo. ¿Cómo es posible que no lo haya descalificado la opinión pública? ¿Cómo es posible que el 54 % desapruebe su condena? ¿Acaso la estupidez es nuestra marca registrada? ¿Nos convencieron abogados verbosos, relativistas y leguleyos?

Luego tenemos a otro impresentable, el cinismo y la maldad hechos persona: un cínico charlatán, genocida y ladrón. Según Ipsos, el 40 % de la población desaprueba la sentencia a Martín Vizcarra. Me pregunto si la desaprueba por benévola o por desmedida. Me queda la duda, o es simplemente otra prueba de la estulticia social.

A Martín Vizcarra le quedan muchas investigaciones pendientes. La fiscalía corroboró sin un ápice de duda los testimonios de las personas involucradas y extorsionadas por Vizcarra, así como las coimas que recibió durante su periodo como gobernador de Moquegua. La geolocalización, tecnología que permite rastrear a una persona a través de su teléfono, lo ubicó a la hora y en el lugar donde cobró las coimas. También están los retiros bancarios que las empresas consignaron como préstamos a sus ejecutivos y hasta el detalle de cómo se envolvió el efectivo, quiénes lo entregaron y en qué horas y lugares se repartieron los sobres. La condena no pudo estar mejor fundamentada. Pero parece que a un 40 % de la población no le importa.

Es posible que su hermano, beneficiado de las cutras de su empresa, un don nadie sin mérito alguno, figure en tercer lugar en las preferencias electorales. La democracia no puede ser boba, debe saber defenderse, así como se descalificó al Movadef por su ideario terrorista, por no ser un partido democrático sino uno que pretendía llegar al poder usando la democracia para luego destruirla. ¿Acaso no debería medirse con la misma vara a un candidato que anuncia que, de ser presidente, indultaría a su hermano condenado por corrupción? El ideario de su partido es la impunidad al delito, al genocidio, el cierre del Congreso, la autocracia y la corrupción. ¿Por qué los invitamos a la fiesta democrática?

Cuando el terrorismo intentó destruir el sistema político de las democracias liberales de Italia, Alemania, España y el Reino Unido, tanto los españoles como los británicos supieron defenderse. El gobierno español declaró ilegal al partido vasco que funcionaba como ala política del grupo terrorista ETA, así como Gran Bretaña suspendió el gobierno autónomo local en Irlanda del Norte al sospechar que era el brazo político del IRA.

¿Cómo evitamos que en el futuro volvamos a elegir estúpidamente? ¿Cómo impedimos que candidatos proclives al terrorismo o a la corrupción participen en el proceso electoral? ¿Cómo defendemos la democracia?

Guillermo De Vivanco
15 de diciembre del 2025

NOTICIAS RELACIONADAS >

Tayo

Columnas

Tayo

  Ha fallecido Tayo Masías. La noticia parece inveros&iac...

04 de diciembre
Democracia sin  sabiduría

Columnas

Democracia sin sabiduría

  En las pasadas elecciones, Pedro Castillo obtuvo 2.72 millones...

10 de noviembre
¿A quién juzgamos?

Columnas

¿A quién juzgamos?

  El antifujimorismo tiene dos pilares. El primero —algo i...

04 de noviembre

COMENTARIOS