En el Perú, hablar de conectividad es hablar de desigua...
La izquierda anticapitalista señala, sin sustento, que las actividades mineras y petroleras no contribuyen al cuidado del medio ambiente. Esto no es cierto. Desde la década de los noventa, debido a las nuevas normas relacionadas con el cuidado de la naturaleza, las empresas extractivas han desarrollado distintos programas para cuidar el medio ambiente, incluso para mejorarlo.
Es el caso del Fondo Paracas, dedicado a la conservación de la Reserva Nacional de Paracas (RNP), ubicada en la provincia de Pisco (Ica). Un fideicomiso hace posible que el sector privado participe de la conservación de la única área natural de ecosistema marino, considerada nuestro segundo destino turístico más importante, después de Machu Picchu.
Desde 2004, en un área cercana a la RNP —en la zona de la playa Lobería, en el distrito de Paracas (cerca al límite con el distrito de San Andrés, dentro del Área de Amortiguamiento de la Reserva)— se ubica la Planta de Fraccionamiento de Líquidos de Gas Natural, del Proyecto de Gas de Camisea, a cargo de Pluspetrol. Por esta razón, Pluspetrol aporta fondos complementarios a los impuestos, canon y regalías para contribuir con la conservación, estabilidad y diversidad biológica. Asimismo, para mejorar los atractivos naturales y culturales, y apoyar la participación de la comunidad, la empresa ofrece fuentes de sustento económico.
Pluspetrol ha creado un fondo de US$ 7 millones, desembolsables entre 2004 y 2018, para proteger 335,000 hectáreas en la RNP. El monto ha sido destinado al desarrollo de planes operativos anuales en los sectores educación, turismo y pesca, y otras actividades relacionadas con el desarrollo social de la comunidad. También se realizan actividades de monitoreo biológico de flora y fauna para verificar el buen estado de la conservación de la biodiversidad de la reserva. Gracias a este fondo, se conservan las aves de orilla, lobos marinos (chusco y fino), pingüinos de Humboldt, nutrias marinas y chuitas. Del mismo modo, se controlan los residuos contaminantes, pesca con dinamita, deportes acuáticos y otras actividades que podrían perturbar la reserva. El programa de guardaparques voluntarios organizados ha dado muy buenos resultados.
Más de 7,000 pescadores artesanales de la zona han sido capacitados sobre el uso adecuado y la conservación de los recursos naturales. Además, el impacto del fondo ha estimulado el turismo, beneficiando a más de 60,000 pobladores de la provincia de Pisco y del distrito de Paracas.
El pretexto de la contaminación todavía es usado por minorías que apelan a la coacción para imponerse, aprovechándose del desconocimiento de la mayor parte de los pobladores. En estos días las actividades mineras están siendo atacadas por las dirigencias vinculados a la izquierda radical. En Tía María, las ONG del ambientalismo ideológico han desplegado todas sus fuerzas para obligar a los pobladores a acatar un paro indefinido que está provocando más de US$ 13.8 millones de pérdidas diarias. La situación económica se agrava con más de 12 embarcaciones varadas en el puerto de Matarani. Cada embarcación ocasiona gastos diarios de US$ 20,000 y US$ 50,000. Asimismo, unos US$ 500 millones en mercadería —productos mineros y agrícolas— no se han podido exportar.
El fideicomiso que ha potenciado la RNP es ejemplo de los efectos positivos de la iniciativa privada. También lo es la reforestación con árboles y plantas nativas que ha desarrollado la minera canadiense Hudbay en la provincia de Chumbivilcas (Cusco), después del cierre de la construcción de la mina. En la mina Orcopampa, para reducir al máximo la contaminación y la reutilización del agua, se han creando totorales que albergan variedades de fauna silvestre, contribuyendo al balance ecológico.
¿Cómo la izquierda antiminera se atreve a negar la participación del sector privado en la conservación del medio ambiente?
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