Renatto Bautista
El enemigo externo de la civilización Occidental
El Islam y su rivalidad “civilizatoria”

Samuel Huntington (1927–2008), maestro de la ciencia política mundial, escribió el influyente libro El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, donde plantea que, tras la caída del Muro de Berlín y el colapso del imperio soviético, los conflictos internacionales ya no son de índole ideológica, sino civilizatoria. Esta tesis se confirma, de forma alarmante, en el contexto internacional del año 2025.
En esta lógica, en la página 249 del libro mencionado, Huntington señala:
“Algunos occidentales, entre ellos el presidente Bill Clinton, han afirmado que Occidente no tiene problemas con el islam, sino solo con los extremistas islamistas violentos. Mil cuatrocientos años de historia demuestran lo contrario. Las relaciones entre el islam y el cristianismo, tanto ortodoxo como occidental, han sido con frecuencia tempestuosas”.
Este es, precisamente, el error de algunos líderes políticos en Occidente: no comprender que el islam constituye una civilización rival. La historia lo demuestra, desde el establecimiento del Califato Ortodoxo (632–661), pasando por el Califato Omeya (661–750), hasta el Imperio Otomano (1299–1922). En todos esos períodos, las relaciones entre el islam y Occidente han desembocado, una y otra vez, en enfrentamientos sangrientos.
¿Por qué ocurre esto? Porque el islam, como religión, incorpora un principio de expansión beligerante. Su sexto pilar es el yihad, la guerra santa contra los “infieles”, es decir, contra quienes no profesan su fe. En esa visión, los cristianos somos “los malos” de la historia. De allí surge un profundo rechazo hacia todo lo relacionado con Cristo y el cristianismo. Aunque cueste reconocerlo, muchos musulmanes se perciben moralmente superiores por su estricta conducta religiosa y, a su vez, no comprenden —ni aceptan— lo que ellos consideran como la decadencia moral de Occidente desde la década de 1960.
En ese mismo periodo, Occidente no solo toleró, sino que también incubó ideologías totalitarias como el comunismo y el nazismo, que si bien nacieron en su seno, buscaron su destrucción. A esto se suma una política migratoria que ha favorecido el ingreso masivo de musulmanes de África y Asia, en lugar de promover la migración de pueblos iberoamericanos con mayor afinidad cultural e histórica con Europa.
Hoy, en la Europa de 2025, millones de ciudadanos comienzan a reconocer las tensiones derivadas de una multiculturalidad forzada, en especial con comunidades musulmanas que rara vez se integran a las costumbres y valores occidentales. Como advirtió también Giovanni Sartori (1924–2017), el islam es difícilmente compatible con la tradición y los valores fundamentales de Occidente.
En conclusión, el mayor desafío externo que enfrenta la civilización occidental —la única que coloca la libertad en el centro— es la civilización islámica. Mientras que en Occidente el ser humano es creado “a imagen y semejanza de Dios”, en el islam se enseña la sumisión a un Dios que no puede representarse ni cuestionarse. Esta diferencia esencial explica gran parte del choque entre ambas visiones del mundo.
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