Eduardo Zapata
“TU MAMÁ”
Los peruanos no merecemos el comportamiento de nuestros actores políticos
En una nota publicada la semana pasada bajo el título Previa al mensaje presidencial hacíamos referencia a cómo definía el Diccionario de la Real Academia Española la palabra mediocre. Allí se nos habla de algo “De calidad media” o “De poco mérito, tirando a malo” y se nos recordaban como sinónimos de mediocre los términos “corriente, gris, anodino, vulgar”.
Decíamos también allí que este gobierno se caracteriza más por el vicio que por la virtud. Y lo ocurrido el 28 de julio –y también el 29– creo que puso de manifiesto la certeza de nuestro aserto. Asistimos a un discurso sin fin, irrespetuoso por su duración, ante el cual los propios ministros se quedaban dormidos y ante el cual los ´dignos´ congresistas brillaron unos por su ausencia y otros por conversar más que animadamente entre ellos. Era claro que ni al emisor del mensaje le interesaba convocar, ni a los receptores presentes o ausentes prestarle atención a sonidos que tal vez pretendían decir mucho, pero que al esconder fantasías y realidades con la enumeración de millones de dólares –y al no explicar el cómo de lo por hacer– terminaron por no trazar nortes.
De allí que sea factible calificar al mensaje presidencial como mediocre. En sus acepciones de corriente, gris, anodino. La presidenta se guardó el último sinónimo de mediocre –aquel de vulgar– para el día 29. Cuando desplazándose en un carro descubierto y saludando sonriente a la nada, surgió una voz que le espetó ¡Corrupta! A lo cual, con elegancia, la señora Boluarte respondió: ¡Tu mamá!
No merecíamos los peruanos todo este espectáculo. Y es que no merecemos el comportamiento de la mayoría de los diferentes actores políticos actuales del país.
Sin embargo –y a título personal– narro un hecho muy positivo para mí. Un colegio había preparado algunas actividades por Fiestas Patrias. Una de ellas –con alumnos de tercero, cuarto y quinto de secundaria– consistía en invitar a algunos profesionales para una breve charla. Pero fundamentalmente para propiciar que los jóvenes diesen sus opiniones en torno a aciertos y yerros acerca de la salud, la educación y la seguridad. Y por problemas de espacio quiero resaltar aquí algunas sugerencias que hicieron los alumnos divididos en grupos de trabajo en torno al terrible problema de inseguridad en el que viven.
“¿Por qué no se da un plazo de un mes para que quienes tienen armas las declaren? Y a partir del vencimiento del plazo la simple posesión del arma no declarada –haya sido o no usada para cometer un delito– constituya per se un delito sancionable con diez años de prisión efectiva”. En este mismo orden de ideas, señalaban que si más del 70% de asaltos se producen desde motos lineales con dos personas “¿Por qué no prohibir por lo menos con seis meses la circulación de estos vehículos con dos personas?”. Y por último, plantearon la realización de un verdadero censo nacional para saber quién vive realmente dónde y qué hace.
Daba gusto la seriedad con la que abordaron los diferentes temas estos jóvenes. Estaban planteando soluciones que argumentaron, soluciones tal vez opinables pero en modo alguno calificables de anodinas, grises o vulgares. Quizás haya llegado el momento de acercarse más a mentes frescas y dejar de escuchar mensajes que se disuelven finalmente en el no hacer nada.
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