Sucamec: creatividad irracional

Me cuesta escribir este artículo sin caer en la tentación de usar merecidos adjetivos calificativos para la Sucamec, entidad supervisora del registro y control del uso civil de armas de fuego, municiones y explosivos. Sucamec ha anunciado hoy con bombos y platillos la solución (ilegal por cierto) de un problema inexistente relativo a ciertas armas menos letales.

Lo anunciado hoy en X (antes Twitter) es inaudito. Sucamec, excediendo sus facultades y violando la ley, crea una nueva categoría de “armas traumáticas”, para armas distintas a las armas de fuego que, según su creativo inventor, deberán contar con licencia. Aunque aún no he tenido acceso a la norma, opino en base a lo que han dicho sueltos de huesos. Sinceramente espero no pase de ser un alucinado proyecto. Convendría que el gerente legal de Sucamec le informe al superintendente que en Estado de Derecho no es posible modificar una ley mediante una norma de rango inferior, y que dicho proceder ilegal es pasible de sanción. 

La ley y su reglamento son claros al diferenciar las armas de fuego de todas las demás, por tanto Sucamec no puede borrar tal trato diferenciado inventando categorías. La diferenciación legal que hoy quieren atropellar tiene lógica. Es irracional e imposible registrar palos de escoba, tijeras, martillos y cuchillos de cocina

La creatividad disparatada está en su máxima expresión en el ente de marras, a pesar de que hasta la fecha no se conoce sanciones para aquellos funcionarios que, inmediatamente después de la asunción de Pedro Castillo y por varios meses, autorizaron operaciones notoriamente sospechosas de compra de decenas de armas idénticas a usuarios que, curiosamente, recién habían obtenido su licencia, algo que tras lo ocurrido en Ecuador es aún más grave.

Dos neuronas adormecidas funcionando por turnos a media jornada, bastaban para sospechar y notificar a inteligencia policial, lo que hubiera permitido neutralizar el posterior tráfico ilegal apenas intentasen su comisión. Sin embargo el superintendente de entonces no hizo nada y hasta la fecha, pese a haber cambiado de superintendente, no hay noticias de investigación, suspensión ni sanción a los responsables de eso, que solo un ingenuo calificaría de descuido, habida cuenta que hubo un golpe de Estado de por medio. Cuando un hecho de esas dimensiones es tratado de esa manera, es imposible no alzar la ceja respecto a la verdadera intención.

Hace pocas semanas, las empresas de seguridad recibieron un fuerte golpe económico mediante una modificación de su reglamento, con costosas y absurdas exigencias de blindar un área en cada plaza que atienden. Pareciera que la intención es que dejen de proteger a sus clientes y sus activos, ya que en plena crisis será imposible trasladar dichos nuevos costos al precio. Ciertamente en todos los países bajo la garra del Socialismo del Siglo XXI, el desarme ciudadano ha sido piedra angular para someter a la población mediante el temor.

Si sumamos a todo esto el discurso presidencial contra la cacería de hace unos días en una localidad del oriente peruano, es de esperar que el siguiente paso será atacar el tiro deportivo que tantas medallas nos ha dado, confirmando la continuación de la agenda desarmaste del narcosocialismo del siglo XXI, emprendida tempranamente por Ollanta Humala y retomada por Pedro Castillo.

Las armas neumáticas (esas con las que los nacidos en los sesentas y setentas cazábamos palomas o hacíamos tiro al blanco) y las réplicas de airsoft y paintball, que disparan proyectiles plásticos o gas, no son armas de fuego ni más letales que un martillo, un machete o una huaraca.

Si la preocupación fuera la (estadísticamente irrelevante) comisión de delitos con réplicas inertes, neumáticas o eléctricas que se asemejen a arma de fuego, la solución no es reglamentar su posesión, ya que solo estimularán el contrabando de herramientas que normalmente carecen de números de serie y son de venta libre en casi todo el mundo libre. La solución, que ya he propuesto antes, es que el Congreso asimile el uso de réplicas a la comisión de delitos con armas de fuego, ya que desde el ángulo de la víctima suele ser difícil diferenciarlas.

Si no fuese porque es real y es mi patria la afectada, me causaría mucha gracia ver al autor del desatino tratando de delimitar racionalmente que es un arma traumática. Va a tener que registrar, palos, fierros, martillos hondas y huaracas, armas contundentes irrastreables con varios civiles y policías muertos y contusos en su haber. Mientras tanto, sin ninguna víctima de pellets plásticos de airsoft o paintball, se trata de justificar por qué requieren licencia; por no mencionar que va a ser indignante oír hablar de los derechos de los delincuentes ante la defensa ciudadana usando armas eléctricas y sprays o bolitas de gas pimienta, generando la sensación que este gobierno está del lado del enemigo.

Si la presidente Boluarte y su jefe de gabinete Otarola quieren alejar la sombra de sus afectos y militancia que generan comprensible desconfianza, espanta la inversión y pone en peligro la viabilidad del plazo completo de su mandato accesitario, deben empezar a poner coto a la creatividad irracional demagógica de sus funcionarios. Estos, en su afán de finta mediática, generan absurdas barreras burocráticas que estimulan la corrupción sin resolver ningún problema de seguridad ciudadana, mientras la inseguridad sigue al galope desbocado con previsible rumbo ecuatoriano.