Dardo López-Dolz
El narcosocialismo del siglo XXI y sus aliados
Estamos en guerra, y más vale entenderlo de una buena vez
Cada vez es más claro que el mundo libre enfrenta una extensa ofensiva asimétrica lanzada por el narcosocialismo del siglo XXI (tanto en su versión vociferante como en su cínica versión progre bancada por ciertos millonarios) en alianza con el radicalismo islámico. Quienes persistan en la incredulidad, por las aparentes diferencias entre los aliados, debieran ser conscientes de que todos ellos tienen en común un objetivo: destruir las bases religiosas (judo-cristianas) y filosóficas (Platón) de la civilización occidental. Harían bien en recordar que hace menos de un siglo, durante la Segunda Guerra Mundial, también se produjeron alianzas inimaginables como las de los EE.UU. y el Reino Unido con la URSS.
El comportamiento y declaraciones de Maduro, Sánchez, Díaz Canel, Sheimbaum y Petro no deja dudas acerca de en qué lado se sitúan. Las alianzas militares del primero de los nombrados refuerzan lo afirmado, pero además añaden tres componentes imperiales ante quienes la ingenuidad es suicida. Las criticas de la izquierda asalariada peruana cuando se reprime al delincuente violento, su apoyo a la desatinada mandataria mexicana y su reclamo por la expulsión del “Gallo” Zamora son claras confesiones de parte que no debemos pasar por alto. A propósito de esa expulsión, es ciertamente tardía por inconfesables lealtades o temores que tendrá que explicar Boluarte a la nación.
El costoso despliegue naval de EE.UU., seguido a menor escala por Francia y Gran Bretaña, evidencia la relevancia del factor narco en tal ofensiva. La discrecionalidad con que el radicalismo islámico elige sus fuentes de financiamiento dentro de la actividad criminal debiera hacer por lo menos levantar la ceja a quienes siguen pensando que son solo un problema de “los gringos” y de Medio Oriente.
Estamos en guerra, y más vale entenderlo de una buena vez. No esperemos declaraciones formales ni grandes despliegues de flotas o tropas uniformadas; esperar eso equivale hoy a esperar una carga de caballería. No solo el comercio y las comunicaciones han evolucionado rápidamente, la guerra también. Aun cuando una guerra entre dos estados es siempre una posibilidad para la cual debemos estar militarmente preparados, la guerra de ocupación mediante fuerzas asimétricas, como el Tren de Aragua requiere evolución rápida en la respuesta para prevalecer.
No se pueden deshacer los errores y actos de mala voluntad precedentes, pero para dejar de ser simplemente víctimas es imprescindible que tanto quien gobierne como todos los ciudadanos tengamos claro la naturaleza de esta guerra en la que estamos envueltos para empezar a actuar en consecuencia. Eso incluye la detección de la desinformación, a menudo proveniente de medios e instituciones otrora fiables, hoy capturados tras una paciente infiltración o compra. La oportunidad más importante será, sin duda, al momento de votar y hacerlo con la cabeza. Ciertamente ningún candidato es perfecto, pero solo un voto razonado en oposición al voto emocional de los últimos veinte años podrá restar el fundamento de la esperanza del retorno de la seguridad para los peruanos.
















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