Juan Sheput
Sobre la deshonestidad en el uso de las redes sociales
Que el espectáculo no se convierta en política de gobierno
Vivimos tiempos en que la realidad se cambia por arte de magia, por un tuit. X logra, con unos cuantos posteos, modificar la percepción de la gente y sobre todo su orden de prioridades. Ya no atravesamos una crisis institucional. Ya no sufrimos la perforación populista de nuestra economía. Ya no padecemos la peor crisis de seguridad de este siglo. Todo ha cambiado, todo se ha modificado, todo se ha arreglado gracias al espectáculo y el poder manipulador de las redes sociales.
El presidente Jerí y sus asesores de seguro han seguido el desempeño en plataformas como TikTok del exitoso “alcalde influencer” Franco Vidal. Y sin ninguna duda se están empeñando en seguir su camino. El espectáculo, las transmisiones en vivo, el lenguaje telegráfico y certero, el clip de un minuto, son instrumentos de una comunicación política que cala rápido en una población que es esclava del scroll. Pasar de pantalla en pantalla, deteniéndose brevemente en aquello que nos llame la atención, es la forma actual de formar opinión. No importa el resultado, importa la emoción.
Y por lo visto la táctica es efectiva. Recientes sondeos le brindan al presidente un porcentaje de aceptación que es básicamente un rebote de los niveles cercanos al cero de la señora Boluarte. Ello le permite al presidente Jerí obtener un piso de legitimidad que sin embargo tiene que consolidarse con hechos concretos. Está bien, para iniciar. Pero que el espectáculo se convierta en política de gobierno no solo está mal sino que también es deshonesto con la población. Una población atontada por la seguidilla de actos teatrales no es una población gobernada, sino manipulada. Y eso, repito, no es honesto.
La realidad, que siempre termina por imponerse, ya entra como viento por las ventanas, arrojando al suelo los guiones que el presidente tiene que protagonizar. Y esa realidad nos indica que no se derogan las leyes procrimen, que los asesinatos siguen en niveles boluartistas (cinco asesinatos por día) y que las leyes que perforan la economía siguen promulgándose. Así el próximo gobierno recibirá un desastre. Se habrá vuelto al año 1990.
Lo más lamentable es que el presidente Jerí no es el único que juega a la percepción amparado en las redes sociales. También hay candidatos presidenciales, que como autoridades han sido un completo fracaso, que han convertido a su ámbito de locación en potencia mundial del desastre y que también manipulan a la población con las redes sociales. Como he dicho, eso no es honesto.
Evitemos que el país siga de mal en peor aceptando este comportamiento.
















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