Alejandro Arestegui

Los hispanistas posmodernos y la gentrificación

Sobre las contradicciones y prejuicios en las marchas contra la gentrificación

Los hispanistas posmodernos y la gentrificación
Alejandro Arestegui
11 de julio del 2025


El mundo occidental y sus constantes contradicciones nunca dejan de sorprendernos. Esta columna va a analizar una de ellas, producida en el contexto de las marchas en México contra el fenómeno de la “gentrificación”. Para ser más concretos, estos singulares eventos reunieron a gente de polos ideológicos y de cosmovisión diametralmente opuestos. Para variar, la izquierda más recalcitrante y radical fue el cuerpo principal, los manifestantes y el foco principal de episodios de violencia. Sin embargo, lo sorprendente y preocupante fue la presencia de algunos colectivos que se denominan a sí mismos cómo “hispanistas”. Es por ello que procederemos a explicar la enorme contradicción que conlleva este tipo de colectivos, que atentaron contra la propiedad privada y la salvaguarda del individuo.

El pasado 7 de julio la capital mexicana vivió una serie de intensas protestas contra la gentrificación. Tal como indiqué en el párrafo anterior, tal concentración reunió a gente de diversa índole. Muchas de las personas coreaban consignas como: “¡Gringo, vete a casa!”. “¡Habla español o muere!”. “¡La gentrificación es colonización! Lamentablemente, estas marchas no fueron del todo pacíficas. Reportes policiales y evidencia periodística demostraron la existencia de numerosos actos vandálicos e incluso agresiones físicas. Las víctimas de tales actos violentos fueron en su mayoría los “nómadas digitales”, quienes  serían los causantes de la gentrificación, así como los propietarios y trabajadores de los diferentes establecimientos en los cuales estos extranjeros suelen reunirse.

A pesar de que existieron daños materiales considerables, la trifulca felizmente no dejó ningún herido de gravedad o muerto. Sin embargo, la clara inacción e inoperancia de las autoridades demuestran una vez más la total incompetencia del gobierno liderado por Claudia Sheinbaum, la cual no tuvo mejor idea que “condenar los saqueos” pero a su vez darles la razón a los manifestantes en sus reclamos.

Quizá lo más sorprendente (y lo que da título a la columna), es que no solamente hubo grupos izquierdistas liderando la marcha. Junto a este tipo de nocivos colectivos que siempre están detrás de los episodios de vandalismo y violencia en las protestas, se sumaron a estos grupos de diversa índole. No solamente “tribus suburbanas” o colectivos políticos, sino incluso grupos que se autodenominan “hispanistas”. Este grupo de hispanistas llevaban carteles con consignas como “aquí se habla español” o “haz barrio, expulsa un gringo”.

Naturalmente si vemos la naturaleza de dichas pancartas, poco o nada las diferencian de las que llevaron a la marcha los colectivos de izquierda. Es aquí donde yo me pregunto ¿Hasta dónde ha llegado la degeneración cultural en México para que un grupo que dice defender valores de “derecha” ha asimilado por completo la narrativa dialéctica de la izquierda? ¿Desde cuándo es razonable que un grupo de extranjeros que no representan ni el 0.5% de la población de una urbe gigante como Ciudad de México vayan a cambiar las costumbres idiomáticas del lugar?

Ahora vamos a explicar este fenómeno, pues como todo psicosocial, se genera en base a mitos, prejuicios e irrealidades. Hace ya 2 años pude explicar en una columna en qué se basaba el fenómeno de la gentrificación y los principales mitos en torno a este. Para quienes no lo sepan, la gentrificación es definida como aquel fenómeno de desplazamiento de población, en la que extranjeros con alto poder adquisitivo comienzan a habitar barrios de clase media de ciudades de países en desarrollo. Debido a que estos extranjeros no tributan en el país huésped y además tienen ganancias en una moneda de mayor poder adquisitivo, a mediano plazo estos “nómadas digitales” estarían causando un incremento en todos los precios (rentas, precios de la comida, servicios, negocios, etc).

Este constante incremento del costo de vida estaría afectando a los lugareños, los cuales con sus salarios con menor poder adquisitivo no pueden hacer frente al incremento de precios causados por la llegada de estos extranjeros. Si lo analizamos desde un conflicto de clases al puro estilo marxista existiría entonces una “víctima” y un “victimario” bien definidos. Pero como bien sabemos el marxismo se basa en un absurdo reduccionismo seudocientífico y hay numerosas aristas que deben ser realizadas para entender el verdadero problema de la gentrificación.

Para comenzar, los llamados “nómadas digitales" y temas extranjeros que se van a vivir por largos periodos de tiempo a países en vías de desarrollo no son personas malvadas o ambiciosas. Simplemente es gente con algo de sentido común, pues en sus países de origen hay serios problemas con el coste de vida y sobre todo problemas de oferta de vivienda. Cualquier persona quiere mejorar sus condiciones de vida; y si en su país de origen dichas oportunidades no se presentan. Para colmo, los costos de vida hacen que no sea en nada rentable trabajar (para que al final le roben su sueldo en impuestos, tasas y el resto se vaya en pagar renta), es normal que estos quieran migrar.

Así que de una vez desmitifiquemos el estereotipo de que los extranjeros han llegado para las ciudades latinoamericanas con el propósito de dañar a los locales y llevar una vida fácil. En el fondo los verdaderos culpables son los gobiernos, ya sea de los países “avanzados” cómo de los países en vías de desarrollo que acogen a dichos migrantes. Países como Estados Unidos presentan serios problemas de vivienda, sobre todo en estados gobernados por el partido demócrata. Es por ello que si vemos los lugares de procedencia de la mayoría de estadounidenses que residen en México, estos provienen de estados como California, Massachusetts o Nueva York (donde el coste de vida es de los más altos del mundo y para colmo de los males muchos neoyorquinos piensan elegir a un comunista de alcalde).

Otro ejemplo claro de que los gobiernos son responsables por el tema de la vivienda y el coste de vida es España. El desgobierno de Pedro Sánchez ha causado que existan cientos de miles de jóvenes españoles que dejan su país en busca de oportunidades. Cada día que pasa es mucho más difícil para un joven español poderse emancipar y encontrar una casa para vivir solo o formar su propia familia. Tan grave es la crisis de vivienda que vive España que prácticamente se ha normalizado el tema de invadir propiedades (los famosos okupas) e incluso mucha legislación termina protegiendo a los usurpadores.

En el resto de Europa la situación no mejora, el incremento de coste de vida ha afectado gravemente a países como Reino Unido o Francia, los cuales están incrementando la presión tributaria contra la gente trabajadora, a la vez que limitan la oferta de vivienda. En todos estos países vemos que hay un problema de trabas y burocracia: la oferta de vivienda está claramente obstruida por la acción gubernamental. Es por ello que bajo ningún concepto proponemos planes de vivienda públicos, ya que estos (como pasó en Alemania oriental) son muy ineficientes y no terminan causando un impacto positivo en la oferta de vivienda.

Por otro lado, quedan los gobiernos de los países huéspedes. Con gente tan incompetente como Claudia Sheinbaum o Dina Boluarte en el poder, la gentrificación se convierte en un problema de seguridad nacional, en lugar de volverse una oportunidad. En lugar de facilitar la expansión urbana y permitir un despliegue de oferta que impida que muchos barrios pobre se gentrifiquen y se vuelvan caros; los gobiernos prefieren responder amenazando a los extranjeros con cobrarles altos impuestos o limitar su estadía legal.

En lugar de ofrecer libertad y desregulación, prefieren utilizar la planificación central para perseguir y hacer pelear a los unos contra los otros. Si llegan migrantes “cualificados” y con alto poder adquisitivo, esta debería ser una oportunidad para poder revalorizar en general el mercado local, sin embargo, en su lugar está causando una ruptura del tejido social. Tema a seguir tratando; y aunque la gentrificación todavía no haya llegado a nuestro país, hay que estar alertas. Alertas para no dejarnos engañar por discursos revanchistas llenos de resentimiento.

Alejandro Arestegui
11 de julio del 2025

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