Jorge Varela
En las izquierdas chilenas reina la confusión
Después de la gran derrota en el referéndum

El sociólogo izquierdista Alberto Mayol, otro de los gurús referentes del presidente Gabriel Boric, ha afirmado que la derrota del pasado 4 de septiembre marcará, al menos, los próximos 20 años para la izquierda chilena. “Estamos dando vueltas en círculo y es evidente, llevamos 10 años y probablemente sumemos 20 y, si nos va un poco más mal, 30 años así. No soy optimista", comentó (entrevista, Interferencia.cl. 11 de septiembre de 2022). Su análisis, hecho desde el dolor y el desencanto que le causa la suerte del proceso en el que está involucrada la izquierda en Chile, tiene el mérito de la crítica.
Visión mayoliana de la izquierda
A juicio de Mayol, la izquierda –en principio– es la forma sintomatológica del malestar y del dolor frente al capitalismo en la modernidad, y eventualmente la forma histórica que alcanzan grupos disidentes frente a las elites dominantes. “Las izquierdas tienen que traducir ese malestar informe en un diagnóstico, y tienen que ser capaces, desde ese diagnóstico, de traducirlo en una forma de intervención sobre la realidad”. En este contexto, “la izquierda desde 1990 en adelante es una izquierda traumatizada por la posibilidad de que no haya ningún gran relato. Su camino de posmodernización es más bien siempre, ocultamente, una derrota” (entrevista citada).
No basta –precisa– con dar respuestas solo desde la política, tiene que haber una muy buena calidad de política pública, muchas respuestas desde la política pública. “La política si no llega a traducirse en política pública no es nada”.
Mayol afirma que la izquierda chilena llegó a este proceso mediante una mala combinación, que es triunfante y confundida; porque “tú puedes estar derrotado pero no confundido”. Al respecto, cita a Bielsa: “Lo peor que te puede pasar es que te vaya bien, cuando lo estás haciendo mal, porque no hay aprendizaje”.
La banalidad del bien
Mayol confiesa: “Escribí una cuestión que decía básicamente que Gabriel Boric era un representante de la banalidad del bien. Que no solamente existía la banalidad del mal, de Hannah Arendt, sino que existe la banalidad del bien, de personas que creen que porque siempre dicen lo correcto, que siempre dicen la cosa que está bien, entonces con eso son fantásticos, tienen la razón, pueden ser importantes, pueden gobernar y pueden hacer muchas cosas. Esa eticidad galopante no se ha suspendido” (entrevista, Interferencia.cl).
En el Frente Amplio –uno de los partidos gobernantes– se le ha dado gran importancia a decir que nosotros tenemos las manos limpias. “Y la verdad es que eso está bien. Pero la gente normal, y sobre todo la gente más pobre, no vive de que tengas tus manos limpias. Los más pobres aguantan muchas cosas, y aguantan muchas manos sucias, porque necesitan soluciones a sus problemas. Si no eres capaz de solucionar tus problemas, no hay nada”.
Mayol indica que en su libro Autopsia, en el que aborda la crisis de las elites, hay un capítulo denominado “Impugnadores en la medida de lo posible”, en el cual se refiere fundamentalmente a ellos. Es decir, al grupo dominante de la impugnación que ha tenido lugar en Chile desde 2011: Gabriel Boric, Camila Vallejo, Giorgio Jackson. Hoy día “Impugnadores en la medida de lo posible” es un titular perfectamente válido.
¿Hay espacio para la izquierda?
Alberto Mayol hace una descripción breve de varios tipos de izquierda. En ella distingue a una que califica de psiquiátrica, otra de carácter marginalista que desea permanecer fuera del poder, una izquierda confundida que tiene cierto diagnóstico, y otra pragmática concentrada en la lógica de la administración política y de los pactos, para configurarse como parte de una nueva élite o de la antigua élite.
“El problema es que la izquierda más pragmática no tiene el contenido para hacer pragmatismo y proyecto al mismo tiempo. Y la izquierda que tiene un proyecto no tiene el pragmatismo y no tiene la capacidad para tenerlo, y en medio de todo eso, en general, reina mucha confusión”.
La tesis de Mayol es que Chile debía cruzar el infierno, cruzar el momento existencialista de un proceso constituyente para definirse por lo que era y hacia dónde iría. Su mea culpa sintetiza toda la tragedia de esa izquierda adolescente todavía cubierta de pañales: “Nos farreamos el proceso. No cruzamos el infierno y eso significa, por mera lógica, que nos quedamos en él. Antes había un camino, tortuoso, para salir. Ahora no hay ninguno claro. En este momento hay una debilidad estructural basada en la confusión, que es lo peor que puede pasar en política. Tú puedes estar derrotado pero no confundido”.
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