Jorge Varela

La nostalgia por un ideal

Y el auge en Chile de una corriente contaminada

La nostalgia por un ideal
Jorge Varela
12 de agosto del 2025


El origen de la denominada Democracia Cristiana chilena se remonta al 12 de octubre de 1935, hace noventa años, cuando emerge como esa gloriosa Falange Nacional cuyos primeros integrantes conformaban el Movimiento Nacional de la Juventud Conservadora. La integridad moral de sus fundadores convertida en pensamiento y acción, más el apoyo creciente de un pueblo esperanzado que creyó en los valores y principios de esos hombres, dio paso al nacimiento del Partido Demócrata Cristiano el 28 de julio de 1957. Un partido que creció junto a movimientos afines hasta alcanzar una estatura ética singular y construir en un espacio adverso una cultura distintiva propia: un partido con espíritu humanista.

 

Savia valórica y tronco cristiano 

Las raíces que han alimentado la savia valórica e ideológica de dicho partido se enlazaron desde antaño al tronco doctrinal robusto y fuerte de la vertiente cristiana-católica. Está fuente de nutrición es la que hoy se encuentra en suspenso a partir del pronunciamiento político de fecha 26 de julio de 2025. Si se indaga en la historia partidaria se verificará situaciones de conflicto, ruptura y quiebre ocurridas a causa de la opción delirante por fórmulas teóricas antitéticas que desembocaron en estrategias opuestas. Es la cuestión existencial: ser o no ser. Ser o abominar de lo que se ha sido y se es. Es una acumulación de dudas y debilidades que van más allá de la adaptación a los tiempos, un asunto que no admite ambigüedades ni posturas acomodaticias, algo que supera lo simplemente estratégico-táctico.

Del 68 al 73 se escribió en Chile un capítulo sombrío que no se ha podido esconder ni superar, y que resurge con mucho dolor desde las entrañas de la libertad, como confirmación de que el retorno es eterno. Si quisiéramos buscar responsables, la nómina reventaría por todas sus aristas, también dentro del PDC.

 

Del ‘socialismo comunitario’ al marxismo 

Situémonos a finales de los sesenta. Según Enrique Correa, exintegrante y después conocido protagonista de izquierda, uno podía militar en la Democracia Cristiana en el marco del concepto ‘socialismo comunitario’ y estar al filo de una izquierda dura. “Sin embargo –relata–, cuando nos declaramos marxistas, en un pleno Rodrigo Ambrosio dijo: camaradas aquí nosotros somos marxistas-leninistas por los cuatro costados… a Julio Silva que había acuñado la expresión socialismo comunitario, le pareció mucho… Era evidente la contradicción, entre ser católico y declararse marxista”.

En este giro la fuerte influencia del francés Louis Althusser hizo estragos en la mente de aquellos jóvenes que rompieron a la DC y formaron el MAPU. Correa afirma que dicha visión “nos permitió ser marxistas y ser cristianos”.

Después de su fundación, en abril de 1969, vino la negociación para ser parte de la Unidad Popular, proceso que les generó algunos problemas pues al interior ya habitaban dos almas: una vinculada al cristianismo y otra marxista-leninista -procomunista. ¡Cómo se repite la historia!, ahora con actores senescentes que habitan un hogar a punto de derrumbe.

 

La estrategia mentirosa es más fuerte 

Lo que acontece en el seno de la DC es volver a repasar capítulos antiguos. Aunque la historia aún no se ha escrito definitivamente, todavía se sienten los efectos malignos de aquellas convulsiones, divisiones y colisiones ocurridas al interior de las fuerzas sociales, políticas y culturales que operaban desatadas. Muchos de los que luchan por controlar el escuálido poder interno parece que no han entendido que podría producirse el quiebre colosal de la columna institucional del Estado, como consecuencia de un afán hegemónico por avasallar, acabar con la convivencia pacífica y poner término a la libertad y dignidad humana. Y si lo han entendido, significa que para ellos todo vale: incluida la mentira, la trampa y la violencia.

 

El auge de una corriente contaminada

En el caso contingente de la DC se trata específicamente del auge de una corriente contaminada que aprovechando su estado de mayoría circunstancial, comenzó a avanzar hasta imponer sus visiones estratégicas de carácter electoralista, al costo del abandono de las raíces doctrinarias, de las convicciones ideológicas históricas, de los valores y principios éticos. Aquí reside la gravedad de lo acontecido.

El objetivo espurio de insertarse en una coalición manipulada por el Partido Comunista, ente que no está dispuesto a extirpar su esencia leninista, es antitético y antiestético; carece de consistencia doctrinal y es impresentable a la mirada ciudadana, incluso a pupilas acostumbradas a ver tanta basura y decadencia moral.

Como me dijo un médico amigo originario de Tocopilla, lo ocurrido es para sentir “nostalgia por un ideal perdido”. Expresiones compartidas que resumen nuestro dolor por una colectividad devorada.

Jorge Varela
12 de agosto del 2025

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