David Auris Villegas
El legado de Mario Vargas Llosa para la humanidad
Su vida es un testimonio de vocación, disciplina, valentía y perseverancia

Incrédulo, al enterarme de que Mario Vargas Llosa se fue a encontrar con Borges en los laberintos de la eternidad, miré avergonzado mi lista de títulos vacíos. Y, busqué al culpable de mi desidia: mi cama. En un arranque de emoción, la regalé a un vecino. Luego, escribí en la pared: “¡Se acabó la vagancia!”. Es así que cada día suelo levantarme temprano para escribir y, no sé si alguien leerá esta columna, pero al menos escribirla me hizo feliz.
Como un cuento, este 13 de abril, a los 89 años, se marchó a la gloria el último titán del boom latinoamericano, excandidato presidencial y el más grande embajador de la marca Perú de todos los tiempos: Mario Vargas Llosa. En su lugar, elegimos a un desconocido, demostrando así que la mayoría del país no acepta el éxito personal.
Definitivamente, el más exitoso escritor de toda la historia peruana revolucionó la literatura con una prosa innovadora, según sostienen los expertos y críticos literarios. Su persuasiva obra ha encandilado a escritores y lectores en todo el mundo.
Gran defensor del liberalismo, en sus escritos, entrevistas y conferencias siempre promovió la libertad, la justicia y la democracia como pilares del desarrollo humano. Su compromiso político y social lo llevó a escribir sobre el autoritarismo y los tiranos, enseñándonos que solo en libertad se puede alcanzar la prosperidad.
Su vida es como una novela, dicen algunos medios mundiales. Podría agregar que Vargas Llosa no solo escribió para un pueblo o un país, sino para todos. Al internacionalizar su obra, consolidó su prestigio, por lo que se le otorgó el Premio Nobel de Literatura en 2010, que es mucho mejor y más hermoso que ganar un mundial de fútbol.
Autor de una de mis novelas favoritas, La guerra del fin del mundo —que empecé a leer en mi adolescencia, con el temor de que el mundo realmente se acabaría—, defendió con firmeza la equidad y la igualdad de oportunidades. Promovió la educación y la lectura como herramientas fundamentales para reducir las brechas sociales.
Para muchos, su vida es un testimonio de vocación, disciplina, valentía y perseverancia. Siempre expresó con solvencia su decisión irrevocable de ser escritor. Para él, renunciar a la literatura era traicionarse a sí mismo. Y, por suerte, para nosotros, fue fiel al gran amor de su vida —y quizás su mayor felicidad—: su literatura, que hoy disfrutamos.
El mejor homenaje a Mario Vargas Llosa es leer su obra y defender, como él lo hizo, la libertad, la democracia y los derechos humanos. Debemos mantenernos comprometidos con la justicia y con la búsqueda de soluciones a los problemas del Perú y del mundo.
Descansa en paz, maestro; seguiremos luchando con la pluma, como nos inspiraste.
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