Eduardo Zapata
El extractivismo político: oro sí, agua no
Políticos que solo aspiran a vivir cómodamente de los recursos públicos
Vladimiro les enseñó el camino. El asunto del Poder en el Perú era tomar el sistema judicial en su conjunto, repartir dineros entre los medios y empujar de vez en cuando gente a las calles. Y desde el año 2000 somos testigos de cómo grupos de personas –disfrazados de políticos y con banderas de izquierda o ´progresistas´– han prescindido (en lo que afectaba a sus intereses) de los resultados de las elecciones para asaltar el Poder y ejercerlo bajo la premisa químicamente pura del extractivismo político.
Y es que los mismos que acusaban a las mineras de ser meramente extractivistas pues no agregaban valor al material extraído, no han vacilado en utilizar el material llamado Democracia y Estado bajo esa misma lógica. Tampoco agregar valor a la vida democrática y más bien vivir cómodamente de los recursos públicos. Vía altos cargos, altos y discrecionales sueldos, la desaparición de todo tipo de meritocracia y –más que obvio– el aprovechamiento y prostitución perversos de los programas sociales. Si a esto le agregamos convenientes alianzas internacionales logradas por intereses de países extranjeros y activos lobistas del extractivismo político, todo está consumado.
En este contexto, las elecciones presidenciales son más un ritual que un ejercicio verdaderamente democrático. Y por eso aspiran hoy a la administración del Estado cientos de representantes de esta clase disque política agrupados en movimientos o bandas regionales que no son otra cosa que redes de amiguismos endógenos que confluyen, eso sí, en constituir toda una subversión respecto a la democracia y a los intereses reales de los ciudadanos.
Conga no fue. Sabemos que los protagónicos promotores del ´Conga no va´ fueron sentenciados por delincuentes. Y como lo señalan los expertos, si en el 2012 la minera Yanacocha de Cajamarca produjo tres millones de onzas de oro, hoy solo produce un máximo de 280,000 onzas. Y con ello los gobiernos locales que recibían S/ 100 millones reciben hoy apenas entre S/ 3 millones y S/ 5 millones. Fácil imaginar todo lo que se pudo hacer.
Conga no fue. Y los alumnos de Cajamarca siguen estudiando entre escombros y doña Rosa sigue caminando desesperada en búsqueda de la posta médica que debió ser instalada por el gobierno nacional, regional o local con los dineros del oro. Y que podría servir para salvarle la vida a su hija.
La campaña publicitaria en aquel entonces fue efectiva. El eslogan ´Agua sí, oro no’ penetró en una población desavisada y preocupada por su día a día. Pero acaso lo más lamentable de esta campaña fue el segmento dirigido hacia el público-objetivo supuestamente ´progresista´. Ese segmento publicitario nos anunciaba que la minería traería consigo el fin del cultivo de limones y la ´horrorífica´ desaparición de un plato emblemático de nuestra gastronomía nacional: el cebiche. Por increíble que parezca –y esto lo dicen mediciones de impacto publicitario– este ´agravio a la identidad nacional´ resultó más que convincente precisamente entre aquellos avisados que comen cebiche, pero lo pagan con dinero proveniente de su condición de extractivistas políticos.
Las joyas de la Presidenta ´de izquierda´, las gollerías dispendiosas, las comisiones por obras, las cintas y medallas, las consultorías y asesorías cuantiosas y la sensación de Poder para quienes nunca lo tuvieron pareciese hacer creer que para el extractivismo político más bien el eslogan verdadero era y sigue siendo oro sí, agua no.
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