En el Perú, hablar de conectividad es hablar de desigua...
Si el Perú estuviese ejecutando su cartera de proyectos mineros, que suman más de US$ 62,000 millones de dólares, la pobreza estaría por debajo del 15% de la población y el ingreso per cápita de muchas regiones y provincias superaría largamente al de Lima. Moquegua, por ejemplo, tendría un ingreso per cápita ocho veces superior al de Lima, Apurímac 3.7 y Cajamarca 1.7. En otras palabras, la prosperidad vendría del campo a la ciudad.
De la cartera de proyectos mineros con que cuenta el Perú, alrededor del 65% corresponde al metal rojo. Es decir, el Perú tiene un sueño de prosperidad y bienestar muy vinculado al cobre. Sin embargo, luego de los audios de Arequipa, en los que el presidente Vizcarra negocia con los sectores radicales la suspensión de la licencia de construcción de Tía María —otorgada en base a la Constitución y las leyes— el radicalismo ha lanzado una feroz ofensiva en contra de las minas emplazadas en el Corredor Minero del Sur, la mayoría de ellas productoras de cobre. Se calcula que en la zona se produce más del 50% del cobre nacional, y es una de las regiones con mayor potencialidad de producción del metal rojo en el mundo. La injustificada huelga contra el proyecto Quellaveco hoy confirma que la mayor zona de producción de cobre está en peligro.
En el Corredor Minero del Sur, pues, se juega el sueño de prosperidad vinculado a la producción de cobre. Si se sospecha de alarmismo vale recordar lo siguiente: el bloqueo de Conga durante el nacionalismo desencadenó la paralización de La Granja, Galeno y otros proyectos del llamado Cinturón de Cobre del Norte. El país dejó de producir cerca de un millón de toneladas métricas de cobre (TMC) y las zonas rurales del norte perdieron la posibilidad de superar la pobreza con rapidez. De haberse invertido en estas minas es casi seguro que habría surgido un clúster minero que habría diversificado las economías del norte con múltiples servicios e, incluso, con una industria metalmecánica.
Para comprobar la magnitud de la traición al Perú vale registrar los siguientes datos. El Perú hoy produce 2.5 millones TMC y Chile 5.2 millones de TMC. Si nuestro país ejecutase su cartera de proyectos de cobre podría disputarle a Chile el primer lugar en la producción del metal rojo. El Perú está segundo solo por la inestabilidad política y social y por la ausencia del Estado en las zonas mineras. Un ejemplo para ver más de cerca el desastre: si el Cinturón de Cobre del Norte estuviese en producción el país habría agregado un millón de TMC y estaría produciendo 3.5 TMC. Una verdadera locura, con una sociedad con más de seis millones de pobres, y que puede volver a aumentar pobreza por la lentificación económica.
En los eventos especializados donde se suele analizar la minería y las posibilidades nacionales, con respecto al cobre se suele señalar que entre el proyecto Cuajone desarrollado en 1969 y el de Yanacocha en 1993, pasados 24 años. La respuesta es evidente: la inestabilidad política, la falta de democracia, la falta de Constitución y leyes.
Hoy la guerra Ejecutivo versus Legislativo está empujando a la República a un bloqueo político, institucional y económico. Y, paradójicamente, todo se desató con los audios de Arequipa, que desembocaron en la suspensión de la licencia de Tía María, un proyecto de cobre. Y enseguida la crisis se trasladó a otro proyecto más grande: Quellaveco. Reaccionemos. Que la historia de pobreza y desplome del bienestar que empezó con el velascato no se vuelva a repetir.
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