En el corredor minero del sur –que integran las regiones...
Como se sabe, Perú es el segundo productor mundial de cobre, y concentra la mayoría de sus minas de este metal en los Andes del sur. Sin embargo, según Víctor Gobitz, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), los proyectos estancados en una pequeña área de los Andes del norte podrían ser desarrollados de manera más eficiente, mediante una empresa conjunta o una infraestructura compartida. Gobitz mencionó específicamente los proyectos Michiquillay, Galeno y Conga, destacando que los tres se encuentran en el mismo distrito. Para lograr una huella más reducida y una inversión óptima, propuso la creación de un joint venture que permita compartir una infraestructura común, como una única presa de relaves.
De estos tres proyectos, el más cercano a convertirse en realidad es Michiquillay, que tiene previsto iniciar su producción en 2029. El yacimiento cuenta con una reserva minera de más de 2,200 millones de toneladas de minerales de alto valor; principalmente cobre, pero también oro, plata y molibdeno. Con una inversión de US$ 2,500 millones, se espera que Michiquillay se convierta en una de las minas más importantes de Perú, con un potencial económico y social sin precedentes. Cabe destacar que ya ha obtenido todos los permisos necesarios para llevar a cabo la exploración, así como la aprobación de su Estudio de Impacto Ambiental por parte del Ministerio de Energía y Minas (Minem) en octubre del año pasado. En febrero de este año, la empresa solicitó la autorización para iniciar las actividades de explotación.
La empresa concesionaria de Michiquillay, Southern Peru, ha anunciado que Michiquillay producirá aproximadamente 225,000 toneladas métricas de cobre (TMC) al año, y que además será un cobre de gran calidad. La empresa trabajó los dos primeros años del proyecto para firmar los acuerdos con las comunidades de Michiquillay y La Encañada, ubicadas en la zona de influencia, para promover programas de desarrollo sostenible. Como resultado de estas conversaciones, se han establecido acuerdos sólidos entre la empresa y las dos comunidades. Uno de estos acuerdos ha sido la creación del Fondo Social Michiquillay (FSM), que se encargará de gestionar y administrar los fondos otorgados por la concesión minera del proyecto.
Michiquillay generará ingresos para la región de Cajamarca a través de impuestos, canon y regalías mineras. Además, el proyecto impulsará significativamente las oportunidades de negocios y generará miles de puestos de trabajo directos e indirectos. Southern Peru realizará las operaciones mineras mediante el enfoque en el desarrollo sostenible. Para ello la empresa implementará tecnologías y procesos innovadores que minimizan el impacto ambiental y social del proyecto. Por ejemplo, se está utilizando un sistema de transporte de mineral sin camiones, lo que reduce el impacto en la flora y fauna de la zona y disminuye la emisión de gases contaminantes. Además, se están implementando medidas para la gestión adecuada de residuos y para el monitoreo constante de la calidad del agua y del aire en la zona.
El Perú produce actualmente 2.5 millones de TMC anuales, pero esa producción está en peligro por los retrasos, los bloqueos y la violencia que desatan los radicales antimineros, siguiendo las narrativas que demonizan a la minería moderna. Si las inversiones en las minas de Cajamarca se concretaran, el Perú podría producir alrededor de cuatro millones de TMC anuales, crecería sobre el 5% de promedio anual y, en muy pocos años, se lograría reducir la pobreza debajo del 15% nacional. Pero mientras tanto, Cajamarca sigue siendo una de las regiones más pobres del país, no obstante que podría ser una de las más ricas.
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