Editorial Economía

Inversiones forestales estancadas

Delincuencia campea en los bosques

Inversiones forestales estancadas
  • 15 de marzo del 2020

Según el investigador forestal Enrique Lorente Pastor, en Perú se deforestan unas 150,000 hectáreas de bosques cada año sin que las autoridades puedan detener a los taladores ilegales o contrabandistas de madera. En este escenario, por la ausencia del Estado, la criminalidad de todo tipo se asienta en los bosques amazónicos, dejando poco margen a la legalidad. No obstante, Lorente y otros especialistas vinculados al sector forestal plantean planes ambiciosos de reforestación y reforestación de especies nativas. 

Para el investigador, deben ser plantados árboles maderables como la caoba, cedro, palo rosa, shihuahuaco, moheña y huayruro, así como especies ornamentales, en lugar de pinos y eucaliptos. Lorente señala que los pinos y eucaliptos son especies nocivas para los bosques por ser árboles que se incendian con mayor facilidad. Según las autoridades bolivianas, los árboles quemados en el incendio forestal de agosto pasado –por una norma emitida por Evo Morales que autorizaba la quema controlada de bosques en la frontera con Brasil para extender los territorios cultivables bolivianos– un 50% eran pinos y el otro 50% eucaliptos y quewiña. Asimismo, el monocultivo de eucaliptos aniquila la biodiversidad por absorber en mayor medida los nutrientes y agua del subsuelo, necesarios para la sobrevivencia de otras especies.

A la ausencia de plantaciones forestales nuevas se suma el saqueo de los bosques peruanos, denunciado constantemente. Las autoridades del Ejecutivo, policías y fiscales, han abandonado su responsabilidad de intervenir en los bosques con la ley y la Constitución en la mano. Con el pretexto de mantener la virginidad de la Amazonía, creando reservas naturales y zonas intangibles, las oenegés vinculadas a sectores antimercado hacen retroceder al Estado y las inversiones en la Amazonía, dándole carta libre al desorden y a la delincuencia organizada. Las supuestas reservas naturales en los bosques, que pretende imponer la progresía vestida de verde, le ofrecen mayores posibilidades a la delincuencia, que campea a sus anchas e impone su ley, en perjuicio de los sectores formales.

Además, en este imperio del desorden, las concesiones forestales otorgadas durante la gestión de Alejandro Toledo, han sido abandonadas. Muchas de esas concesiones fueron entregadas con criterios políticos y personales, sin observar la experiencia de las empresas, algunas de ellas recién formadas. Inversiones sin conocimientos sobre las actividades forestales y sin capacidad financiera para llevar adelante iniciativas de alto riesgo y de plazos largos. Y las pocas empresas legales que sobreviven en la Amazonía peruana son auditadas al milímetro por las autoridades y funcionarios de las oenegés dedicadas al acoso de trabajadores, empresarios y autoridades. 

Un dictamen del proyecto de ley Nº 2550-2017-CR, Ley de Incentivos para las Plantaciones Forestales, presentado por el ex congresista Federico Pariona, fue desestimado en el anterior Congreso de la República. La izquierda peruana y el comunismo representado en ese parlamento señalaron que la norma era patrocinada por las inversiones privadas y que atentaba contra la seguridad alimentaria del país. Tremendas mentiras que favorecen a los intereses extranjeros. Por el contrario, la propuesta de Pariona apoyaba las inversiones públicas y privadas con fines de protección y producción de madera. Asimismo, con la norma, se introduciría en el país una manera nueva de promover la industrialización de la madera legalmente talada, de acuerdo a las normas establecidas por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor). Con esto, los comuneros de la sierra y selva podrían administrar,los recursos forestales plantados en sus territorios para favorecer a sus localidades. 

En la vasta Amazonía peruana –73 millones de hectáreas de bosques, un 60% del territorio nacional– solo se ha logrado exportaciones de madera por US$120 millones en 2018. Chile –con tan solo un 23.3% de área forestal– exporta cada año más de US$ 6,800 millones de madera y productos maderables producidos incluso con agua proveniente de reservorios de agua de bofedales, ganados con sistemas de canales y tuberías.

¡El colmo!, con mayor hectáreas de bosque, el mercado nacional consume madera procedente de Chile para la industria de la construcción, mueblería, decoración y otras actividades económicas. Una vez más, el marxismo y la izquierda peruana traicionan las expectativas de los pobres. No proponen su independencia económica –sembrando, cultivando e industrializando especies maderables–, sino la dependencia con fines de manipulación y sometimiento.

  • 15 de marzo del 2020

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