En el Perú, hablar de conectividad es hablar de desigua...
En los círculos internacionales vinculados a la agroexportación –incluyendo las grandes cadenas de supermercados de Europa, Estados Unidos y Asia–, se sorprenden apenas conocen que la Ley de Promoción Agraria, Ley N° 27360, ha sido derogada en el Perú. En los círculos especializados nadie lo entiende, sobre todo porque muchos países estaban copiando nuestra normativa, derogada luego de que el Perú también replicara la legislación agraria de los entonces llamados “tigres del Asia”.
Nadie lo entiende porque el Perú estaba en camino de convertirse en una potencia agroexportadora. En dos décadas, gracias a los sistemas tributario y laboral especiales de la mencionada Ley, se habían acumulado inversiones de US$ 20,000 millones, las agroexportaciones se habían incrementado de US$ 850 millones a US$ 7,000 millones y se había contratado a cerca de un millón de trabajadores formalizados y con derechos sociales plenos.
Sin embargo, para la izquierda comunista e ideologizada, ningún argumento económico y social tiene valor. Jugando en pared, el actual Congreso y el actual Ejecutivo interinos derogaron una ley que se mantuvo por cuatro décadas y a través de cuatro gobiernos constitucionales. En ese contexto, una de las primeras normas del nuevo Congreso a instalarse el 2021 debe ser derogar la nueva ley agraria (Ley N° 31110), una ley colectivista y anti inversión que promueve la sindicalización en un país con 80% de informalidad y 5% de sindicalización. Los actuales Ejecutivo, Congreso y el propio Ministerio de Economía, ya tienen un lugar en la historia nacional de los despropósitos económicos.
La ley agraria anti inversión establece una Remuneración Mínima Especial (RME) por encima de la Remuneración Mínima Vital Nacional. ¿Por qué esa discriminación? ¿Los aumentos salariales no se discuten en el Consejo de Trabajo? Pero eso no es todo. La ley agraria colectivista promueve la negociación por ramas y los contratos preferenciales en un sector en donde, aparentemente, todos respetan la temporalidad de los contratos. Es decir, se contrata de acuerdo a la estacionalidad de la actividad: siembra, cosecha, mantenimiento. Existen empresas que contratan por campaña hasta 25,000 trabajadores. Si con la negociación por rama y los contratos preferenciales se alienta una estabilidad laboral velada, ¿qué empresa podría sobrevivir a esta lógica? Es evidente que el 80% de las cerca de 8,000 empresas que participan en la cadena agroexportadora no la harán, como se dice. Las grandes agroexportadoras buscarán mecanizarse y contratar menos personal, y comprarán las tierras de las pequeñas unidades. Devastador para una estrategia intensiva en empleo.
De otro lado, los congresistas colectivistas y el actual Ejecutivo, igualmente, han liquidado el régimen tributario que posibilitó que fluyeran US$ 20,000 millones en inversiones en dos décadas. Y que posibilitó también la constante reinversión. Por ejemplo, en el 2019, con la crisis ad portas, las empresas en general distribuyeron utilidades por el orden de US$ 22,000 millones, sin embargo en el sector agroexportador todo fue reinversión. Por eso se explica que, no obstante la pandemia y la recesión mundiales, el sector siguiera creciendo en el 2020.
La izquierda, pues, ha logrado su principal objetivo contra el sector privado en el quinquenio 2016-2021. Sin haber ganado una elección –solo basada en el bloqueo y la violencia de 3,000 personas contra el orden público, abandonado por el Ejecutivo– ha logrado derogar una de las mejores leyes económicas de las últimas décadas. La izquierda ideologizada sueña con las cooperativas y koljoses agrarios del régimen velasquista, que se convirtieron en la fuente de humillación, pobreza y desgracia para varias generaciones de ciudadanos rurales. Una tragedia que comenzó a remediarse con el regreso del capital al campo.
Por todas estas consideraciones, el nuevo Congreso a instalarse el 2021 debe derogar en al acto este despropósito y restablecer la vigencia plena de la Ley de Promoción Agraria de manera permanente.
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