En el Perú, hablar de conectividad es hablar de desigua...
Fracasó el intento de los antimineros de detener unos de los eventos mineros más importantes del mundo: Perumin, en Arequipa. Pese al paro indefinido de más de 50 días en la provincia de Islay, las movilizaciones violentas en Arequipa y las amenazas en contra de uno de los eventos mineros más grandes del mundo, se inicio el desarrollo de Perumin dejando en claro que las tendencias constructivas en el Perú todavía siguen vigentes.
Más de 60,000 asistentes al evento podrán conocer en esta semana los avances de la minería en ciencia, innovación, tecnología y educación. En otras palabras, todos los conocimientos vinculados al cuidado del medio ambiente y el uso racional de los recursos que intervienen en las actividades mineras.
Proveedores, profesionales, trabajadores y estudiantes de unos 40 países participarán en este megaevento.
Perumin representa una clara respuesta del sector privado ante la propuesta de una nueva ley general de minería formulada por los sectores radicales que pretenden destruir todo lo avanzado. Con la propuesta de ley del radicalismo se propone un impuesto a la renta del 80% a la minería para espantar inversiones de talla mundial, con el fin de estatizar la actividad minera y regresar al pasado.
Además, con el cuento de una repartición más justa, se pretende atomizar el canon, ampliando la entrega del recurso económico hasta las comunidades. Por principio, el canon es un recurso extraordinario para ser utilizado en obras extraordinarias; es decir, agua potable y saneamiento, electricidad, puentes, carreteras y obras de infraestructura productiva. La desnaturalización del canon (50% de la renta anual declarada por las mineras) impide resolver los problemas de infraestructura local. Si las cosas avanzan en ese sentido, el canon se utilizará para el gasto corriente y consumo de las comunidades, tal como sucede en los gobiernos locales y regionales.
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), el aporte de la minería en los últimos diez años representa el 17.6% de toda la recaudación fiscal y el 8.7% del Producto Bruto Interno (PBI). No es cierto, como afirman con descaro los antimineros, que “la minería no paga impuestos”.
Frente a las campañas de los sectores antimineros, en Perumin se debe refutar estas leyendas. El cuento de la contaminación es ridículo; la minería de talla mundial es respetuosa de las normas nacionales e internacionales sobre el medio ambiente. Si no fuera así, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) formularía las denuncias correspondientes y las ONG antimineras buscarían que estas noticias se conviertan en portadas y reportajes de los medios.
En la zona andina, por ser mineralizada y volcánica, la contaminación es natural. En el sur, el más dañino de los fenómenos es el lahar, que después de las lluvias arrastra boro, arsénico y partículas volcánicas, hasta las fuentes de agua que sirven para la agricultura.
El comunismo, con la Cumbre de los Pueblos, pretendió deslucir la Cumbre de las Américas realizada en Lima en abril del año pasado. Y fracasó. Asimismo, organizó la gran marcha “por la decencia y contra de la corrupción” durante el peregrinaje del Papa Francisco en Perú. Y fracasó. Ahora “La Cumbre de los pueblos afectados por la minería”, impulsada por los mismos actores antidemocráticos, tiene como protagonista a Elmer Cáceres, gobernador de Arequipa y uno de los principales líderes antimineros del sur.
Cerca de US$ 50,000 millones en inversiones mineras están estancadas. Si estos proyectos estuviesen en producción, la pobreza estaría en un dígito y el crecimiento del PBI sobrepasaría el 5% anual. El desempleo y la informalidad estarían en sus niveles más bajos porque por cada empleo formal y directo en minería se crean seis empleos indirectos en todos los sectores productivos del país.
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