Heriberto Bustos
Socialización y salud mental en los estudiantes
Factores que influyen tremendamente en sus aprendizajes
La importancia de la socialización de los seres humanos marcha de la mano con los niveles de cohesión social y cultural, necesarios para asegurar una vida armoniosa en colectividad. Ello es así, en tanto se trata del proceso por el cual las personas asumen, en la relación con otros, los elementos socioculturales del escenario en que se desenvuelven, haciendo suyos normas, valores, creencias, comportamientos, presentes en la colectividad.
La socialización resulta fundamental en la infancia y la niñez porque contribuye al desarrollo social, cognitivo y psíquico del niño. En ese camino están presente ciertos agentes individuales o institucionales, con los que la persona se vincula y a través de los cuales desarrolla su actividad social, nos referimos a la familia, la escuela, organizaciones religiosas, vecinos, medios de comunicación, entre otros, que al transmitir valores y creencias moldean la personalidad.
Dos años de aislamiento social, debido a la pandemia, ha calado profundo en la conciencia de todos, y con mayor incidencia en los niños y adolescentes que distanciados de sus pares y recluidos al interior de sus hogares, sus procesos de socialización sufrieron una especie de congelamiento generándose una serie de situaciones que incidirán en sus actitudes y ciertamente toma de decisiones. Las noticias que vamos recibiendo sobre las acciones nada correctas de los estudiantes en escuelas o colegios, al igual que la preocupación de algunos padres sobre el comportamiento de sus hijos, son muestras de ello.
Es más, enclaustrados, tuvieron en los elementos tecnológicos comunicativos “sus mejores compañeros”, que si bien los distraían, no suplían a los agentes socializadores. Stephen Marche novelista, ensayista y comentarista cultural canadiense, planteando su preocupación por procesos distintos a la socialización, advierte que «nunca hemos estado más alejados unos de otros, ni más solos. En un mundo consumido por modos de socialización cada vez más novedosos, tenemos cada vez menos sociedad real. Vivimos en una contradicción acelerada: Cuanto más conectados estamos, más solos estamos».
Son momentos de reflexión y ciertamente de acción para desenterrar el daño acumulado en la generación del covid-19 y encontrar estrategias que ayuden a menguar sus secuelas. Lo señalado nos lleva a considerar que se trata de asuntos vinculados con la salud mental cuyo abordaje reviste importancia en tanto que problemas de naturaleza emocional comportamental y ciertamente de aprendizaje inciden en el rendimiento académico, pudiendo derivar en circunstancias de frustración, que lleve a los estudiantes al abandono, deserción o encierro en sí mismos.
En relación a nuestros niños y adolescentes podemos afirmar que, tras dos años de educación remota, distanciados de sus pares y recluidos al interior de sus hogares, sus procesos de socialización sufrieron una especie de congelamiento, generándose una serie de situaciones que incidirían en sus actitudes y toma de decisiones. Erróneamente intentamos negarlo, al asumir que culminada la pandemia (reclusión) hemos vuelto a la normalidad y como si ese período correspondiese tan sólo a un día, muchos, congelados también en ese tiempo, (hemos retornado a la normalidad) optando por ignorar lo perdido en términos de socialización y su incidencia en la inestabilidad emocional de los estudiantes. Un asunto que debe llamarnos la atención, en tanto la salud mental por ser fundamento del bienestar individual y del funcionamiento eficaz de la comunidad es trascendental en todas las etapas de la vida.
La perturbación del bienestar emocional, psicológico y social de nuestros estudiantes influye tremendamente, junto a sus aprendizajes, en la forma de pensar sentir y actuar; en otras palabras de relacionarse con los demás: Vygotski, afirmando la importancia de la socialización, anotaba que “la verdadera dirección del desarrollo del pensamiento no es de lo individual a lo social, sino de los social a lo individual”; es más, sentenciaba: “Si damos a los estudiantes la posibilidad de hablar con los demás , les damos marcos para pensar por sí mismos”.
Que algunos problemas se estén detectando al interior de las instituciones educativas no significa que su solución sea de exclusiva responsabilidad de los directivos tutores o docentes que no están preparados aún para afrontar tamaña responsabilidad. Por el contrario, corresponde a todos pensar en función del futuro de nuestros hijos, echar mano para rescatarlos hacia una colectividad sana, asumiendo acciones desde la familia, compartiendo sus necesidades, sentimientos y aspiraciones. Y desde la sociedad otorgando un clima de seguridad y desde el Ministerio de Educación gestando políticas públicas o programas que posibiliten su reversión. Jamás olvidemos la afirmación de Aristóteles: “El ser humano es un ser social por naturaleza”.
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