Heriberto Bustos

Que se vaya… que se vaya

Con o sin Valer seguirán destruyendo la institucionalidad democrática

Que se vaya… que se vaya
Heriberto Bustos
07 de febrero del 2022


Algo tenía que ocurrir para que la prensa, los “defensores del país” y quienes se entregaron en cuerpo entero al Gobierno de Castillo –llevando al país, con su participación, en poco menos de seis meses a una crisis sin precedentes– decidieran alejarse del concubinato utilizando la vieja estrategia de señalar con el dedo y gritar: “allá va el ladrón”. En ese contexto, la accidentada designación de Héctor Valer como presidente del Consejo de Ministros (sin exculparlo de sus responsabilidades), constituye un oportuno pretexto para poner los pies en polvorosa luego de recibir una “patada en el trasero” al ser
expulsados del Gobierno por las huestes cerronistas, recordándoles el viejo refrán: Cada gallo canta en su gallinero; y el que es bueno, en el suyo y en el ajeno”.

Algo que llama la atención es la manifiesta desvergüenza de los compañeros de viaje de Perú Libre, evidenciada en la ausencia de un mínimo de autocrítica por haber “puesto” en el sillón a un representante de ideologías extremas y compartido el poder aceptando migajas. Allí los tenemos ahora buscando espacio publicitario a los Forsythe, Lescano, Belmont, Vizcarra, Guzmán y otros silenciosos que aceptaron como vocera y negociadora de ventajas a quien luego de adueñarse de las banderas de la izquierda democrática y “ensuciarla”, continúa pisoteándolas con fingidos mensajes de heroína.

La gravedad de haber hipotecado fundamentos básicos de una ideología democrática al comprometerse como cortesana no tanto de la persona sino de la ideología (extremista de por sí), es haber llevado cual “caballo de Troya” a un grupo de seguidores a ser parte del desastre del país. Eso ha constituido su mayor osadía: mostrar cinismo y pretender “recuperar” junto a su “caviarada” lo perdido políticamente, intentando presentar su confabulada actuación como una labor de sacrificio democrático. Nada mejor que uno de sus posteos para verla dibujada, en uno de los cuales escribió: Sabíamos que este sería un Gobierno en disputa asediado por la derecha golpista pero también por la precariedad institucional, el oportunismo y el sectarismo. Conscientes de tal desafío, asumimos con responsabilidad la esperanza y demanda de cambio de millones de peruanos expresadas con su voto”. Siendo así, debería continuar con su heroico sacrificio. Y si de apartarse se trata, en un intento de recuperar valores, tendría que obligarse a mostrar un poco de humildad, desapego de sus ansias de poder y ciertamente realizar una comprometida autocrítica.

Los peruanos estamos obligados a respetar la democracia, mejor aún fortalecerla. Por ello, estando atentos a lo que diga o haga la cúpula gobernante en su objetivo de destrucción, nuestro compromiso debe expresarse en acciones que frenen el raudo camino a la destrucción del país. Conscientes de que “cuando el viento sopla airado, no hay paz en ningún lado”, debemos responder cuanto antes a la unidad reclamada a gritos. No es un problema de Perú Libre, ellos saben hacia dónde van y actúan en esa dirección; por tanto, no debe extrañarnos la conformación de gabinetes ineptos. Con o sin Valer seguirán destruyendo la institucionalidad democrática, intentando con artimañas establecer su socialismo sindicalero. El problema está en nosotros, pues sabiendo hacia donde empujan al país, seguimos en silencio y con los brazos cruzados justificando nuestra inacción buscando adversarios en nuestro lado, siendo conscientes de que el enemigo del país está allí cerquita, esperando ser vacado.

Heriberto Bustos
07 de febrero del 2022

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