Giovanna Priale
Inclusión financiera: el reto urgente
Para salvar a las pequeñas unidades productivas del país
El acceso y uso de los productos y servicios financieros es una herramienta potente para reducir la brecha de ingresos en los países en vías de desarrollo, en la medida que permite que la población de ingresos medianos y bajos, con mayor volatilidad de ingresos, pueda acceder a fuentes de financiamiento a tarifas competitivas. La inclusión financiera propicia la participación de nuevos actores en los mercados financieros y abre el abanico de posibilidades para que personas antes sin posibilidades de usar algún producto financiero, utilicen herramientas creativas acorde con sus necesidades y posibilidades de pago.
Asimismo, la inclusión financiera se convierte en el punto de partida para construir una cultura de ahorro que le permita al ciudadano ir alcanzando sus metas financieras a corto, mediano y largo plazo. Un ejemplo notable lo hemos visto en África; en particular en Kenia, país en el que la banca móvil se convirtió en pocos años en el principal canal para las transferencias de dinero entre ciudadanos de una ciudad hacia otra, incrementando el comercio y contribuyendo a crear un ecosistema de pagos eficiente. Posteriormente, la población recurrió a este mecanismo para las transferencias de remesas a nivel internacional, propiciando no solo el ahorro a corto y mediano plazo, sino también el ahorro para la jubilación.
En nuestro país –en el que más del 70% de la PEA es informal y el grueso de la población cuenta con ingresos bajos y volátiles– resulta indispensable potenciar el acceso a fuentes de financiamiento a costos que posibiliten la inversión de las pequeñas y medianas empresas en actividades productivas con flujos de caja positivos para la generación de empleo. Por eso resulta de vital importancia potenciar en el ecosistema financiero con nuevas formas de acercamiento y modalidades creativas de acceso a crédito y ahorro para la población de ingresos más inestables. Un sector de la población que necesita contar con herramientas financieras que atenúen los shocks de demanda u oferta producto del entorno económico o de algún evento familiar inesperado.
Ello supone pensar también en las zonas rurales y en las formas de acceso al crédito vía la agrupación de pequeños empresarios y tomar las experiencias del Banco de los Pobres que vio en las Roscas, estos grupos solidarios de acceso al crédito, un mecanismo útil para reducir el costo del otorgamiento de una línea de financiamiento y el riesgo de incobrabilidad, mediante la asesoría y el apoyo técnico.
Muchas de estas experiencias se han desarrollado a manera de piloto en nuestro país. Lo que se requiere ahora es una política pública efectiva con indicadores de éxito que –a corto, mediano y largo plazo– nos permita salir de la situación tan crítica en la que se encuentra el grueso de las pequeñas unidades productivas en nuestro país.
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