Cecilia Bákula
Grau: héroe y referente de nuestra historia
Símbolo nacional de lo que debe ser un ciudadano que cumple su deber
En medio de unos días de grave crisis y convulsión, el Perú recordó este 8 de octubre la fecha en la que se inmoló don Miguel Grau Seminario, dando muestra de pundonor, heroísmo y amor a la Patria. Es una fecha en la que muchos de nosotros hacemos un alto para recordar al hombre, al ciudadano, al comandante, al patriota, al ser humano que supo asumir lo que la historia demandaba de él.
Hoy los valores que él personifica han de ser recordados y muy meditados en el fuero interno y en el nacional, ya que nuestro país pareciera ir a la deriva en cuanto a lo que queremos del futuro y cómo podemos lograr ello.
No puedo dejar de reconocer que las protestas de unos sectores de la sociedad son más que justificadas, pero no alcanzo a comprender la mediocridad en la toma de decisiones. El país se perfila en estado de abandono y, como se dice muchas veces, estamos en modo de “piloto automático” sin que percibamos que haya fuerza, energía, ni voluntad evidente en el gobierno de mostrarse capaz de conducir nuestra nave. Lamentablemente, los grandes e indispensables temas de atención, quedan opacados por escándalos que nos despiertan día a día con novedades en las que, en muchos casos, están comprometidos quienes son autoridad en nuestro país.
Ante esa situación parece urgente recuperar el recuerdo de la conducta intachable de don Miguel Grau y su capacidad para discernir entre las opciones y tomar las mejores decisiones, por crudas y dolorosas que puedan parecer. Y esa necesidad de recuperar los valores que él encarnó, nos obliga a repetirlos, memorizarlos, recordarlos y honrarlos para que jamás permitamos que se eleve a la cumbre de nuestros recuerdos, aquellos que solo han destacados por sus propias maldades y que deberían estar en el olvido y en las profundidades del averno.
Este 8 de octubre, envuelto en problemas ciudadanos que han tenido que ser expresados ante el silencio gubernamental, me lleva a recordar que esa fecha es de suma importancia para nosotros; ese día se hicieron reales y con sangre, las mayores audacias de nuestra historia, sacando fuerzas y valor aun cuando se podía prever el triste destino al que nos había destinado una seguidilla de gobernantes y autoridades incapaces; seguidilla que pudiera entenderse como de una funesta continuidad. Pero, en medio de la adversidad, de la impotencia y la desventaja, nuestro “Caballero de los mares” irrumpe en la historia con la grandeza de un gigante; hace temer al contrincante y sin dejar ni el puesto de mando ni la convicción de su servicio, inmola su vida con la certeza de que es el mejor y más hermoso precio que se paga por un gran ideal.
Y si desatendemos los valores reales de nuestra historia y queremos opacar la gloria de quienes no trabajaron por ella, pero la lograron con grandeza y heroísmo, ¿qué podemos esperar del futuro? Qué valores queremos inculcar, no en palabras, sino con hechos contundentes para que estimulen a las nuevas generaciones?
Grau no es solo un miembro de la Marina de Guerra del Perú, Grau es de todos y cada uno de los más de 30 millones de peruanos; es el símbolo nacional de lo que debe ser un ciudadano que cumple su deber hasta el extremo y que tiene una escala de valores tan firme que, como diría San Pablo en la Epístola a los Filipenses, que parafraseo: “para mi, la muerte es ganancia” pues para Grau, fue la victoria.
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