Entre malaguas y pseudodignos

La votación del Congreso del día martes no alcanzó los votos requeridos para admitir a debate la moción de vacancia contra el presidente Pedro Castillo por permanente incapacidad moral, lo que implica que el presidente no acudirá al pleno del Congreso para responder por los serios cuestionamientos contra su gobierno.

Para admitir a debate la moción de vacancia se requería 52 votos a favor, pero la iniciativa solo alcanzó los 46 votos, con 75 votos en contra y 4 abstenciones. Este resultado ha confirmado la alianza entre el Gobierno y los partidos Acción Popular (AP), Alianza para el Progreso (APP) y Podemos Perú (PP). Estos votos representan una traición al país y al electorado de esos partidos, que esperaban otra cosa, así como a cualquier tipo de estándar moral y democrático, en vista de las gravísimas acusaciones contra el presidente Castillo.

Lo que hace aún más miserable este acto de claudicación es que se le ha robado al pueblo peruano las explicaciones que necesitaba respecto a los graves cuestionamientos contra el gobierno. Estos partidos han blindado de forma descarada al presidente, no teniendo este que ni siquiera ir a dar explicaciones. Ni siquiera pudieron disimular su bajeza admitiendo a debate la moción, para luego votar servilmente en contra de la vacancia.

La derrota política de esta votación no es de la oposición ni del gobierno, sino de la nación. Si los escándalos en los cuales se ha visto sumido el gobierno de Castillo no son suficientes para vacar a un presidente ¿Entonces que sería necesario para vacarlo? Las presiones del Ejecutivo para ascensos en las Fuerzas Armadas, las reuniones en la vivienda de Breña a escondidas, los US$ 20,000 en el baño de Palacio, ¿no significan nada?

Igual de despreciables son los coloquialmente denominados “cojudignos”, un montón de cínicos ignorantes, pseudomoralistas, que no solo permitieron la presidencia de Castillo, sino que farisaicamente nos aseguraron que serían “vigilantes” frente al gobierno. Ninguno de ellos se ha pronunciado por los escándalos del gobierno, y probablemente ya retomaron la rutina de sus miserables vidas. 

Para este tipo de ser, papagayos de la opinión prefabricada, la política es una moda, un fashion statement. No saben absolutamente nada sobre política, pero lucen “sus” opiniones como galardones, como un adolecente posero que usa el polo de una banda musical que nunca ha escuchado en su vida. Todo para darle a sus miserables vidas un superficial y fatuo sentimiento de superioridad.

Aunque no se logró lo deseado, un intento de vacancia siempre debilita a un gobierno, pues siempre hay un límite a la ineptitud y a la indecencia. El número de oportunidades que se le puede dar a un gobierno es limitado, en especial cuando este demuestra ser evitentemente incompetente. Nada impide que se vuelva a plantear en el futuro una nueva moción de vacancia. El gobierno se habrá librado de este jaque al rey, pero la partida de ajedrez continúa.