Federico Prieto
El fatal destino de los Congresos de oposición
Un problema que se debe resolver en pro de la estabilidad
Al presidente Martín Vizcarra no le corresponde ocuparse del pedido de un voto de confianza al Congreso, porque la Constitución norma que sea el presidente del Consejo de Ministros quien lo solicite. Mal ha hecho, por tanto, en dar un discurso por un canal de señal abierta (los otros, incluido el estatal, al parecer no lo dieron en vivo), y peor en centrar el tema de confianza (y la censura, implícitamente) en un asunto personal: el destino del exfiscal Chávarri. Las reformas políticas eran un tema trillado que seguía su curso.
El discurso, mal escrito, repetitivo y desordenado, y con un vocabulario de diario chicha (para llegar a la masa), no es propio de un jefe de Estado. Una lástima que la obsesión de no acabar como el expresidente Pedro Pablo Kuczynski haga que el presidente Vizcarra pierda el rumbo político de su Gobierno.
Cuando el Congreso tiene mayoría en contra del Gobierno, el mandato presidencial o el parlamentario históricamente se truncan. A José Luis Bustamante, con mayoría aprista en el parlamento, lo sacó de la Casa de Pizarro el general Manuel Odría, el 27 de octubre de 1948. A Fernando Belaunde, con mayoría parlamentaria apro-odriísta, lo sacó del palacio presidencial el general Juan Velasco, el tres de octubre de 1968. El parlamento que inició sus labores el 28 de julio de 1990, con mayoría multipartidaria ajena al presidente Alberto Fujimori, fue interrumpido por el autogolpe del 5 de abril de 1992. El parlamento con mayoría del Fuerza Popular, fujimorista, que se inauguró el 28 de julio de 2016, provocó la renuncia del ex presidente Pedro Pablo Kuczynski 21 de marzo de 2018, “...frente a esta difícil situación que se ha generado, y que me hace injustamente aparecer como culpable de actos en los que no he participado”.
Lo que más nos debe preocupar es que siempre que el jefe del Estado tiene mayoría en contra en el Congreso no puede terminar su mandato; y menos el parlamento, ya sea por la culpa de los congresistas, del presidente o de terceros. Ese es, en mi opinión, el problema político más importante que sufrimos desde 1945 hasta ahora, por lo menos, y que reclama la reforma constitucional más importante. Por tanto es la materia que primero se debe estudiar, procesar y aplicar, si queremos tener en el futuro mayor estabilidad en los gobiernos.
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