La comisión de Constitución del Congreso de la R...
El Foro Mundial APEC realizado en Lima ha dejado enormes consecuencias, convergencias e impulsos para el mundo alrededor del libre comercio y la revolución digital, en un planeta atravesado por la guerra entre Rusia y Ucrania y la crisis de Medio Oriente. En el señalado Foro Mundial quedó en evidencia que la paz del mundo es posible si se reafirma el libre comercio como un eje fundamental de las relaciones entre los estados, los bloques económicos y las potencias que emergen en el planeta.
En ese contexto el Perú, como sede del evento planetario brilló, y dejó en claro la fortaleza de su macroeconomía –a pesar de los yerros que se acumulan–, su condición de plaza atractiva para las inversiones en la región e, incluso, se avanzó en un nuevo tratado de Libre Comercio con Hong Kong y se reformularon siete capítulos del tratado de Libre Comercio con China y se agregaron otros cinco.
Sin embargo, una de las cosas más relevantes del evento mundial de APEC es que el Perú, por sus particulares condiciones geográficas y su dotación de recursos naturales, se ha ubicado en un espacio privilegiado de la geopolítica mundial. El mismo día en que se inauguraba la megainversión del puerto de Chancay, que se convertirá en uno de los ejes para conectar el Pacífico con el Atlántico y convertir al Perú en el hub de entrada a la zona económica del Asia Pacífico, el Ministerio de Defensa del Perú, a través de la FAP, firmaba un memorando de entendimiento con la NASA de los Estados Unidos para construir un puerto espacial en Piura por su cercanía a la línea ecuatorial del globo terrestre.
Ambos acontecimientos revelan que el Perú es el único país del sur del continente privilegiado por dos proyectos que pueden acelerar la reconversión científica y tecnológica de nuestra sociedad con las principales tecnologías –valga la redundancia– de la IV Revolución industrial. El parque industrial de Chancay y el proyecto de puerto espacial demandan las tecnologías de punta de la IV Revolución Industrial.
No se necesitan, pues, mayores palabras para explicar que el Perú está ubicado en uno de los ejes de la geopolítica mundial, en donde China y Estados Unidos disputan legítimamente la primacía económica planetaria. ¿Qué debe hacer el Perú para actuar con pragmatismo, aprovechar todas las ventajas económicas y, al mismo tiempo, preservar su sistema republicano y el desarrollo de las libertades políticas y económicas?
En primer lugar, preservar y perfeccionar su Estado de derecho y respetar los derechos de propiedad y los contratos como principios inamovibles de nuestras relaciones internacionales. La condición del Perú de país de ingreso medio, todavía con grandes bolsones de pobreza y pugnando por alcanzar el desarrollo, nos revela que ni la geografía ni los recursos naturales por sí solos producen riqueza. Únicamente cuando hay Estado de derecho y respeto a los derechos de propiedad, las inversiones internacionales y nacionales fluyen y un país prospera. Ante cualquier duda, Venezuela, el país con mayores reservas probadas de petróleo, pero sin Estado de derecho, es una de las sociedades más pobres del planeta.
Otra de las condiciones para aprovechar este momento único en la historia republicana es la formalización de la economía y la sociedad y las reformas educativa y del sistema de salud. Necesitamos un Estado, pequeño, simplificado, con pocos trámites y procedimientos, de manera que el Estado se convierta en amigo de la inversión y las iniciativas de la sociedad. Asimismo necesitamos una revolución educativa y en el sistema sanitario para construir una fuerza laboral que acompañe el desarrollo de la IV Revolución Industrial y evite que los puertos de Chancay y Espacial se conviertan en enclaves tecnológicos, sin ninguna relación con la sociedad y la economía nacional.
Finalmente, vale recordar que el Perú, como país republicano y vinculado a los grandes valores de Occidente necesita vincularse a estas disputas geopolíticas y económicas del planeta también defendiendo los principios que sustentan a las sociedades democráticas. El vínculo de Venezuela y Cuba, por ejemplo, con estas tensiones geopolíticas y económicas nunca podrá parecerse a los vínculos que el Perú debe establecer, con todos los criterios pragmáticos, pero sobre la base del respeto irrestricto a nuestro Estado de derecho.
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