La comisión de Constitución del Congreso de la R...
En defensa de la democracia y del mercado.
Un grupo de periodistas ha decidido embarcarse en una aventura editorial en los nuevos tiempos de la era digital, donde los emisores y consumidores de información, se puede decir, están en igualdad de condiciones. No solo se puede leer sino que la mayoría puede escribir si es que se decide a crear una página web o, en actitud más solitaria, desarrollar un blog personal. A diferencia de la Ciudad letrada de Ángel Rama, libro donde se describe a las áreas urbanas como lugares de exclusión en base a la palabra escrita, hoy ésta casi se ha liberado totalmente con los altos niveles de alfabetización y la explosión de las redes sociales. En esta megatendencia pretendemos ubicarnos.
No lo negamos, el grupo que anima esta iniciativa se define como libertario, pero creemos que una vocación libertaria solo surge del debate, del contraste de ideas y posiciones, porque la verdad es una aproximación, es un acercarse a la orilla de los hechos. Nada más. Las verdades absolutas pertenecen a los reinos de las religiones y las ideologías; no de la política ni de la democracia, y menos de la libertad. De allí que, desarrollando una clara línea editorial en defensa de la democracia y el mercado, los columnistas que escriben en El Montonero representan a las más diversas corrientes ideológicas y políticas. Nuestras posiciones solo pueden existir en medio de la más amplia pluralidad. Partiendo del hecho de que no somos fundadores de nada sino que solo nos ubicamos en una actitud, en una apuesta; y que tampoco somos “la generación” que surge cada cierto tiempo para hacerse un espacio, pretendemos convocar a nuestras páginas a quienes más saben, a los intelectuales que solo existen por lecturas acumuladas. No sabemos si lo lograremos, pero es nuestra apuesta. Es una apuesta por la meritocracia en la comunicación que cancele la sociedad de las argollas que nos acompaña desde la Colonia. A diferencia de la sociedad emergente, sin la cual sería inexplicable que avancemos al cuarto proceso electoral sin interrupciones y que la economía de mercado se mantenga por un cuarto de siglo, en la sociedad política y cultural todavía no se ha impuesto la meritocracia. En los mercados populares del Perú, una mala decisión te lleva al fracaso. Es decir, en el mercado los errores cuestan demasiado. En la política, por el contrario, los yerros no significan mucho, a menos que surjan organizaciones criminales vinculadas al poder como se constata en Ancash, Cajamarca y Tumbes. En esa realidad reside la explicación del porqué, no obstante el actual crecimiento económico, la aprobación de las instituciones tutelares de la democracia se ha desplomado al fondo de los abismos. De allí también proviene el endémico divorcio entre los fracasos de la política y los éxitos la economía. Finalmente, una necesaria explicación. Muchos amigos y colaboradores se quedaron estupefactos con el nombre qué elegimos para este Portal y nos señalaron que les recordaba a los montoneros argentinos, uno de los terrorismos más histriónicos de América Latina. Bueno, el nombre también forma parte de nuestra actitud. No vamos a regalar un solo concepto, un solo nombre en el debate franco que iniciaremos. Si las montoneras de Cáceres le salvaron el honor al país en medio de la invasión chilena, si las montoneras de Piérola permitieron la instauración de una época de estabilidad democrática sin precedentes, la llamada República Aristocrática; y si las montoneras de los ochenta derrotaron a Sendero Luminoso en el campo, ¿por qué razón le tendríamos que regalar el nombre a los terroristas argentinos? De ninguna manera. El triunfo de las ideologías totalitarias siempre comenzó con la expropiación simbólica de los conceptos, así que preparémonos, entonces, a recibir a estas montoneras de la libertad.
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