La comisión de Constitución del Congreso de la R...
Deterioro amenaza con abrir espacios a aventureros.
Ahora es más que evidente la desaceleración económica del Perú. No se puede tapar el sol con un dedo. Las cifras nos interpelan y despejan cualquier duda. Luego de crecer en anualmente en promedio en 6% del PBI, el 2013 descendimos a 5.8%, el primer trimestre del 2014 a 4.8%, pero el INEI ha informado que en abril crecimos solo 2% del PBI mientras que los organismos mundiales como el Banco Mundial se ponen pesimistas y dicen que el 2014 el país solo crecerá 4%. Las cosas se ponen tan feas que el propio Presidente Humala, guardando en el desván cualquier prejuicio, ha encabezado personalmente el reciente paquete de medidas que buscan reactivar a la inversión privada.
Sin embargo surge una pregunta crucial: ¿De qué manera va a afectar la desaceleración económica al gobierno? Si las cosas se mantienen como están, es innegable que el gobierno nacionalista pagará una inmensa factura el 2016 y se convertirá en alimento fácil de sus opositores. Las acusaciones por haber detenido el círculo virtuoso volarán de aquí para allá y, sobre todo, Alan García pondrá sobre la mesa los resultados de su gobierno y los comparará con las cifras nacionalistas.
No obstante existe otro escenario diferente. La izquierda y el chavismo latinoamericano podrían lanzar unos últimos estertores en medio de los desastres de Venezuela, Argentina e, incluso, Brasil. Podrían apuntar a identificar la desaceleración económica como el resultado natural de “un modelo primario exportador que muestra todas sus falencias con una caída relativa de los precios de los minerales”. En otras palabras, por apostar a explotar nuestros recursos naturales, ignorando “la diversificación” de la economía, estaríamos enfrentando la desaceleración. Para recordar valdría repetir la principal causa del frenazo: la inversión privada ha dejado de crecer y punto. El motor del crecimiento comienza a apagarse. Claro que hay asunto de precios, pero esa relativa caída no explica el frenazo.
El discurso y análisis de la izquierda contra el modelo económico que, si bien está reñido con las cifras, las matemáticas o cualquier aproximación científica, si podría encontrar cierta audiencia en algunos sectores sociales que percibirían inmediatamente los efectos de la desaceleración.
Si el frenazo continúa se acrecentará el pesimismo y semejante estado de ánimo podría mezclarse con el desprestigio de la política. Las acusaciones y procesos contra presidentes y funcionarios regionales, las mutuas excomuniones entre Alan García, el oficialismo y la pareja presidencial y los casos de Toledo y otros mostrarán un horizonte sombrío para el espacio público. En ese contexto la idea de que se vayan todos se vuelve más fuerte y la hora del aventurero, del outsider, llega inevitablemente. Hasta antes de la desaceleración se pensaba en outsider dentro del sistema, pero ahora con las cifras y el bienestar en retroceso no deberíamos descartar al aventurero que viene con un discurso en contra de todo.
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