Durante las últimas dos décadas de democracia los proyec...
Los países que cometen el mayor error político de una sociedad generalmente son destruidos en sus cimientos y la reconstrucción demanda varias décadas. Salvando las distancias, allí están los ejemplos de la Alemania de Hitler y la Venezuela de Chávez. ¿A qué nos referimos con el mayor error de una sociedad? A elegir al peor candidato, al menos preparado, y cuyas propuestas tremebundas pueden ser toleradas por una sociedad desesperada.
En Perú elegimos al peor, a sabiendas que era el menos preparado y que sus propuestas significaban enterrar las libertades a través de una asamblea constituyente. El asunto fue tan dramático que el expresidente Pedro Castillo, perpetró un autogolpe de Estado con el eje bolivariano para cumplir sus ofrecimientos electorales. Uno de los golpes más cruentos y violentos de la región, considerando las milicias que pretendieron quemar todos los aeropuertos del sur y el bloqueo de las carreteras principales del Perú, con el objeto de quebrar la moral nacional e instalar una asamblea constituyente. Sin la acción heroica de nuestras fuerzas armadas hoy no celebraríamos la continuidad democrática ni iniciaríamos la transición política electoral del Perú.
De toda esa tragedia estamos saliendo con el fin del 2025. Una tragedia que es exclusiva responsabilidad de todas las izquierdas, ya sea en su versión progresista, wokista o comunista ortodoxa. Sin el apoyo de los llamados caviares, por ejemplo, el Perú nunca habría elegido al peor candidato de la historia republicana.
En este contexto el Perú –si bien enfrenta una erosión de las principales instituciones constitucionales, una ola criminal que necesita ser enfrentada con firmeza y un crecimiento económico mediocre que no permite reducir la pobreza– incuestionablemente ha mantenido el Estado de derecho y las principales columnas del modelo económico de las últimas décadas. Un modelo que posibilitó multiplicar el PBI y reducir la pobreza hasta el 20% de la población antes de la pandemia y el devastador gobierno de Castillo.
Una de las razones por las cuales se han preservado las instituciones y las líneas generales del modelo económico es porque la mayoría de los peruanos y las bancadas principales del Legislativo evitaron que se adelantaran las elecciones, una propuesta que se convirtió en obsesión de los llamados sectores caviares. Si se hubiesen adelantado las elecciones el Perú hubiese dado un salto al vacío en que los aventureros, como se dice, habrían pescado en río revueltos.
Las cosas no son simples, sobre todo porque el avance del Perú depende de que la ciudadanía vote con sentido común y elija un Ejecutivo y un Legislativo con sindéresis. Si la sociedad elige bien todos los astros se alinearán para el país, sobre todo considerando que nuestro territorio se ha convertido en un nudo de la geopolítica mundial. Una situación en la que podemos aprovechar con propiedad el regreso del imperio democrático de los Estados Unidos a la región y la diversificación de inversión extranjera que se anuncia para el Perú y los países hispanoamericanos.
El Perú entonces se ha salvado del peor error que cometen las sociedades; es decir, elegir al peor. Y si bien existen costos sociales evidentes, todos ellos son absolutamente superables si los peruanos eligen bien en las elecciones del 2026 y se desarrollan reformas institucionales y económicas para relanzar nuestra sociedad.
Una de las grandes sombras que se dibuja en el futuro inmediato es la terrible reforma que desarrolló el progresismo en el sistema político, con el objeto de promover la intervención de los organismos electorales sobre la vida interna de los partidos políticos. Una verdadera barbarie que debe ser analizada y estudiada por los científicos sociales y políticos, por las facultades, sobre cómo hacer para destruir cualquier posibilidad de un partido político. Allí están las 36 candidaturas para destruir la reflexión del elector y empoderar a instituciones, medios y actores al margen de los partidos políticos.
Sin embargo, el cronograma avanza y empieza a consolidarse una tendencia que desespera al progresismo y a algunas encuestadoras: todo parece indicar que dos candidatos de centro derecha avanzan hacia la segunda vuelta.
El Perú tiene esas cosas. Aquí se han sucedido los peores ensayos de la izquierda: la reforma velasquista, el senderismo terrorista y ahora el brutal ensayo del progresismo, incluido una de las más feroces persecuciones de la oposición en la región. Sin embargo, de todas estas estrategias destructivas de la izquierda hemos logrado salir. Y allí avanzamos y ¡Feliz Navidad, un año 2026 de consolidación del Estado de derecho y que las libertades se consoliden en el Perú!
Regresamos el 2 de enero.
















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