La comisión de Constitución del Congreso de la R...
¿Cómo se explica la profilaxis democrática que presenciamos en estos días?
La noticia de que el Fiscal de la Nación, Carlos Ramos Heredia, el ex Fiscal de la Nación José Peláez Bardales y otros 5 funcionarios del Ministerio Público pasarán de simples testigos a investigados en la comisión del Congreso que investiga la red criminal que estableció nexos entre política y sicariato en Ancash, nos recuerda nuestra condición de democracia de baja intensidad, por calificarla de alguna manera.
La información de que dos máximas autoridades de la entidad que tiene la titularidad penal del Estado en los procesos judiciales es de por sí chocante en un país que, cada día, pierde la capacidad de asombrarse, de indignarse, ante hechos que empezamos a aceptar como normales. En la hipotética situación de que ambos magistrados sean acusados y luego procesados judicialmente, emerge una pregunta que estremece, ¿cómo así la democracia peruana ha permitido que dos magistrados con tantos cuestionamientos lleguen a ejercer cargos tutelares de la Nación?
De otro lado, en el Congreso se anuncia que se someterá al pleno los informes sobre el caso Ecoteva, que implica al ex presidente Alejandro Toledo en lavado de activos, y el caso de Alexis Humala, hermano del jefe de Estado, acusado de usurpar funciones del Estado. El hecho de que las instituciones de la democracia, mediante investigaciones y procesos, puedan investigar a figuras tan encumbradas del Estado nos revela que, no obstante el descrédito del espacio público, las instituciones siguen funcionando, desarrollando contrapesos y regenerando el tejido institucional, como corresponde en una sociedad abierta.
Más allá de que el régimen no haya capturado a Rodolfo Orellana, las investigaciones y acusaciones en su contra revelan el mismo proceso auto regenerador de las instituciones contra una organización criminal que controlaba sectores de la Judicatura, el Ministerio Público, el Congreso, y se ramificaba en diversas organizaciones políticas.
Sin temor a equivocarse se puede sostener que la democracia todavía se defiende. Si los políticos fracasan, si las instituciones incrementan su desaprobación, ¿cómo se explica la profilaxis democrática? Por la permanencia y longevidad que adquieren nuestras instituciones. El Perú avanza hacia el cuarto proceso electoral sin interrupciones como nunca en su historia y solo en esa permanencia, y solo en ella, podemos encontrar la energía que impulsa la profilaxis de la democracia. De allí nuestra alarma y nuestra indignación cuando leguleyadas de jueces electorales y congresistas pretenden sacar de carrera a dos candidatos en campaña como Luis Castañeda y Alan García apuntando contra la alternancia democrática.
El desarrollo de tres elecciones sin interrupciones (en el siglo pasado decíamos que estábamos condenados a tener diez años de democracia seguidos de otros diez de dictadura) solo tiene una explicación: la masificación de la economía de mercado, la emergencia de una sociedad con millones de propietarios y empresarios. Desde la Independencia, los próceres y pensadores siempre se jalaron los cabellos ante la imposibilidad de que las instituciones liberales echaran raíces en el Perú. Sin embargo, ¿cómo podía prosperar la libertad en una sociedad donde masas andinas excluidas, sin voto ni propiedad, rodeaban a una minoría criolla que concentraba la propiedad? Imposible.
El desarrollo de las teorías de la democracia y el contrato social nos enseñan que la libertad solo florece en una sociedad de propietarios. Inglaterra, Estados Unidos y Occidente son los ejemplos. ¿Dónde ha florecido la libertad sobre una sociedad de masas excluidas? ¿Dónde, por favor? De allí que en este Portal siempre nos ubicamos en la defensa irreductible de los conceptos de democracia y mercado, porque solo defendemos la libertad. Nada más.
Podemos entonces continuar peleando contra la corrupción, porque no obstante la debacle pública, la democracia permanece. Y la democracia permanece porque el Perú preserva la economía de mercado durante un cuarto de siglo.
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