Salvo la educación, ¡todo es ilusión!

La oposición se ha focalizado en la estrategia de vacancia presidencial, sin tener los votos suficientes en el Congreso. Y en ese camino, ha ignorado un principio fundamental de cualquier estrategia: que cualquier batalla final siempre se compone de batallas parciales. En otras palabras, la oposición se ha concentrado en la batalla final, sin posibilidades de ganarla en el corto plazo, mientras el Gobierno ha comenzado a avanzar mediante batallas y triunfos parciales en el camino a su proyecto general de asamblea constituyente.

Una de esas áreas en que el Ejecutivo ha avanzado significativamente es el sector Educación. Según diversas informaciones, la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación del Perú (Fenatep), en la práctica, ya cogobierna en el Ministerio de Educación (Minedu). El titular del sector, Rosendo Serna, firma actas y respalda abiertamente la actividad sindical en los objetivos de nombrar como docentes a activistas del Fenatep, de reformar el currículo en función de los objetivos ideológicos del maoísmo y con el objeto de controlar los recursos de la Derrama Magisterial (leer siguiente editorial).

Por todos es sabido que el Fenatep es un organismo generado que proviene del Movimiento por la Amnistía de los Derechos Fundamentales (Movadef), organismo que a su vez deriva de la experiencia de Sendero Luminoso. Hay infinidad de reportajes e información al respecto. ¿Por qué una corriente como la maoísta se propondría el control del sector de Educación, el control del magisterio y de la escuela pública? La respuesta es simple: porque está desarrollando una estrategia de poder, un plan estratégico hacia la asamblea constituyente y el régimen de nueva democracia.

Si hay dudas recordemos capítulos claves del pasado. Algunos investigadores de los años ochenta solían sostener que el terror y el genocidio que desató Sendero Luminoso en el país fue perpetrado por maestros y estudiantes. En otras palabras, el terror provino de la educación, de las aulas del colegio y de la universidad. ¿Cómo así? En los años cincuenta declinó la hegemonía aprista en las federaciones universitarias y, en ese contexto, se produjo el avance de las corrientes comunistas.

De pronto, en el comunismo internacional se produjo la escisión chino-soviética. Los sectores prochinos o maoístas comenzaron a concentrarse en casi todas las facultades de educación de las universidades públicas, con gran sentido estratégico. Primero controlaron los tercios estudiantiles, y a partir de allí comenzaron a copar las plazas docentes y cambiar los currículos escolares, con los fundamentalismos simplistas del materialismo histórico y dialéctico. Controladas las facultades de educación, el control del sindicato magisterial fue una consecuencia natural. Sin embargo, fue en la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, en donde Abimael Guzmán y el comité central senderista proclamaron “la nueva revolución cultural”.

En la Biblia se dice que primero fue el Verbo. Y la verborrea incendiaria del senderismo habría de producir la noche más oscura de terror y muerte en toda nuestra historia republicana. Ricos, pobres, clases medias; costeños, serranos, selváticos, limeños, ayacuchanos, huancavelicanos, todos fueron víctimas de las masacres senderistas. Los protagonistas de esas oleadas de terror, efectivamente, fueron maestros y estudiantes, el mal y la muerte provinieron de la escuela pública.

Por todas estas consideraciones, la oposición y la mayoría del país debe detener el intento del maoísmo de controlar la educación pública. No podemos permitir que las futuras generaciones sean adoctrinadas en una prédica que construye y organiza el totalitarismo. 

Los padres de familia que alguna vez marcharon contra la ideología de género del progresismo, igualmente, hoy están obligados a marchar en defensa de una educación republicana que defienda los valores de libertad y pluralidad.