Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
La Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) acaba de aclarar que las maestrías y doctorados pueden dictarse en un 100% de manera online. Una buena noticia y se debe extender una felicitación a la mencionada entidad. Sin embargo, se mantienen las restricciones en las carreras de pregrado, que establecen que el 80% de la malla curricular puede dictarse de forma virtual, mientras que el 20% puede dictarse de manera presencial. La persistencia en esta medida nos lleva a seguir planteando interrogantes.
¿Cuál es el criterio académico, el estudio o la investigación que se invoca para plantear esas restricciones en el pregrado? ¿O acaso estamos ante prejuicios que nacen de campañas que pretenden demonizar a un sector de universidades, sobre todo privadas? Las interrogantes son más que pertinentes en momentos en que el mundo atraviesa los cambios y disrupciones que desatan la IV Revolución Industrial, que obligan, que demandan, una reforma educativa de cara a la digitalización. Así sucede en todos los sistemas educativos del planeta, sobre todo en los de los países desarrollados y en la mayoría de los países emergentes que avanzan. En este contexto, ¿cómo se puede poner un freno de mano a la digitalización de la educación?
La digitalización no es una medida impositiva, es una posibilidad, una herramienta, para conectarse con los procesos innovativos de la globalización, pero también para incluir a los sectores de menores recursos que no pueden pagar los costos de una educación presencial. En el Perú, según diversos estudios, de cada 10 egresados de la educación básica solo 3 acceden a la educación superior. Por otro lado, en la Política Técnico-Productiva Nacional del Estado se establece que en el 2030 debería existir una cobertura del 50% en la educación superior. Hoy, en el país, apenas llegamos a una cobertura del 33%. En Chile Y Colombia la cobertura sobrepasa el 55%. ¿Cómo vamos a avanzar entonces en la ampliación de la cobertura de la educación superior con semejantes restricciones?
No se puede negar que algunas carreras de pregrado no se pueden desarrollar sin un nivel básico de presencialidad: las carreras vinculadas a la medicina de la salud, las ingenierías mecánicas y determinadas ciencias. Imposible desarrollar la carrera sin la experiencia sensible. Sin embargo, las demás carreras están abiertas en el universo de la digitalización. Por otro lado, en el Perú deben existir diversas ofertas educativas. Por ejemplo, las universidades nacionales tienden a la presencialidad y un amplio sector de privadas optan por la digitalización.
A nuestro entender la posibilidad de resolver la mala educación en el país y afirmar la excelencia académica pasa por la permanente acreditación de las carreras y profesiones. Un proceso que en el país está detenido. Mediante la acreditación constante, las carreras que no logran los requisitos para acreditarse se obligan a resolver los problemas en un plazo determinado, con el riesgo de cerrarse la señalada profesión. Asimismo, en las carreras en que se logra las acreditaciones existe el compromiso de mantener la calidad y la constante innovación, a riesgo de caer en la cancelación de la autorización.
La acreditación permanente –tal como sucede en todos los sistemas de educación superior de los países desarrollados– es la clave para desarrollar una educación presencial, digital y semidigital, de excelencia académica.
Por todas estas consideraciones, creemos que la Sunedu debería levantar todas las restricciones a la educación online y focalizarse en la acreditación permanente de las carreras y las universidades. Asimismo, se debería informar constantemente a los consumidores (padres de familia y alumnos) sobre las carreras acreditadas y el nivel de empleabilidad de los egresados. De esta manera se empoderará a los usuarios en la definición del sistema de educación superior.
COMENTARIOS