Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
Salir del pantano en que nos sumieron la elección de Pedro Castillo, las campañas por la constituyente y las nacionalizaciones, y la violencia insurreccional del verano pasado, demandará sacrificios y esfuerzos de toda la sociedad. Y una de las expresiones acerca de que superamos la tragedia en que nos hundió el progresismo y el comunismo se expresará en el relanzamiento del crecimiento y el proceso de reducción de pobreza. El Perú apenas se expandirá 1% este año y ha vuelto a ser una sociedad que aumenta la pobreza.
Volver a crecer tiene en la recuperación de la gobernabilidad y la predictibilidad política, una de sus condiciones fundamentales. Sin embargo, sin reformas estructurales será imposible volver a la senda virtuosa de la reducción de la pobreza. Y una de esas reformas claves, imprescindibles, es la reforma de la educación (junto a la de salud), sin la cual es imposible crear una fuerza laboral y una generación de innovadores que enfrente el siglo XXI. Vale subrayar que todos los países que lograron el desarrollo, tuvieron en la reforma de la educación, en la multiplicación de la innovación, las vigas maestras de sus logros.
En ese sentido, la decisión del Congreso de la República de sancionar una ley que permite la reincorporación de 14,000 docentes que en el 2014 desaprobaron el examen para ingresar a la Carrera Pública Magisterial (CPM), o simplemente se retiraron de ella, es una barbarie en contra de las nuevas generaciones, sobre todo los niños más pobres. Es poner por delante el interés de las camarillas sindicales del magisterio, extremadamente ideologizadas, antes que el futuro de los estudiantes de la escuela pública nacional. En ese sentido, la eventual observación del Ejecutivo de la mencionada ley debería ser apoyada por todos los peruanos.
Si a este despropósito le sumamos el proyecto de ley 1587, que establece el nombramiento automático de los docentes con contratos por más de tres años, sin lugar a dudas el actual Congreso puede convertirse en enemigo frontal de la reforma de la educación en el Perú.
Vale recordar que en el Perú existen alrededor de 400,000 maestros de escuelas públicas, de los cuales 220,000 ya forman parte de los diversos niveles de la Carrera Pública Magisterial. Los proyectos cuestionados no solo interrumpirán el desarrollo de la CMP, sino que también cuestionan los esfuerzos y logros de miles maestros. Se afectará, por ejemplo, el concurso de 100,000 plazas del primer nivel de la CMP, porque 130,000 docentes esperan las evaluaciones descentralizadas luego de aprobar los exámenes escritos. Los maestros desarrollarán clases magistrales y se evaluarán sus hojas de vida. Si se avanza en este concurso, alrededor del 80% de la docencia pertenecerá a la Carrera Pública Magisterial.
Es necesario agregar que los mencionados proyectos también ponen en peligro el concurso para acceder a la octava escala de la CMP, en el que participan 40,000 profesores. Y también la selección de directores de escuela, proceso en el que intervienen 30,000 maestros.
Por todas estas consideraciones, el Perú y la sociedad en su conjunto no debe aceptar que se retroceda un milímetro en el desarrollo de la Carrera Pública Magisterial. Es incuestionable que no hay futuro para nuestro país si no se reforma la educación, si no se organiza una fuerza laboral educada, capacitada y, sobre todo, con gran impulso innovador. El Congreso debe reaccionar y la sociedad debe ponerse de pie en defensa de la meritocracia educativa. Una buena educación es la mejor manera de redistribuir riqueza y oportunidades.
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