Editorial Educación

Fe y alegría en la educación

Fe y alegría en la educación
  • 14 de agosto del 2014

La emblemática asociación educativa cumple 48 años en el Perú

En medio de la mediocridad en que naufraga nuestra educación pública, encontramos islas de excelencia que constituyen la mejor prueba de que la solución a la crisis de la educación está en empoderar a la sociedad, en potenciar las iniciativas privadas, y en acabar con la dictadura sindical co-responsable de la debacle de la escuela pública Una de esas islas es la asociación privada y religiosa Fe y Alegría, que desde hace 48 años trabaja incansablemente en educar a decenas de miles de niños y jóvenes de los sectores populares del país.

Fe y Alegría podría ser considerada la primera Asociación Público-Privada (APP) exitosa en educación. He ahí su valor y su potencial. Las claves de su éxito son dos: Administra con total autonomía las escuelas públicas que el Ministerio de Educación le entrega en administración, y tiene un estatuto especial que la exonera de acatar las imposiciones de la dictadura sindical del SUTEP.

Su autonomía administrativa le permite hacer una gestión privada que potencia el rendimiento de los magros recursos que le entrega el Estado para las escuelas que maneja, y también captar donaciones de empresas privadas y de la cooperación internacional, y generar ingresos propios. Y gracias a su independencia frente al SUTEP puede contratar a profesionales no son miembros del Colegio de Profesores del Perú y que imparten valiosos conocimientos y experiencias a los alumnos de los 80 colegios de Educación Básica Regular (primaria y secundaria), 7 institutos tecnológicos, 11 Centros de Enseñanza Técnica Profesional (Cetpros), y 5 redes de escuelas rurales y escuelas unidocentes y multigrados que tiene a su cargo la asociación.

Los padres de familia tienen un rol activo en el sistema educativo de Fe y Alegría. Participan con protagonismo en la educación de sus hijos y se encargan, inclusive, del mantenimiento de las escuelas debido a que los presupuestos que entrega el Ministerio de Educación no alcanza para cubrir ese costo.

Es inevitable comparar los resultados de la gestión de FA con la del Estado: Las escuelas de FA ofrecen un servicio educativo de buena calidad mientras que las manejadas por el Minedu han retrocedido a extremos críticos: Malos maestros, mala infraestructura, bajo rendimiento escolar, etc.

Por ejemplo, la escuela FA N° 58, situada en Jicamarca -entre San Juan de Lurigancho y Chosica-, ocupó el primer lugar en las pruebas de evaluación de Lima y también en comprensión lectora entre los colegios FA de América Latina. Y esto lo logró sin tener pistas asfaltadas en su localidad, tampoco agua potable y desagüe, con maestros que no saben si les renovarán su contrato el próximo año.

Otros ejemplos: Mientras que los programas estatales de acompañamiento de profesores tienen un docente para cada diez escuelas, FA tiene 6 para cada 20 escuelas y son especialistas en gestión, matemática, nuevas tecnologías, formación en valores, etc. Y en el Politécnico de Virú, La Libertad, brinda formación agropecuaria con dos horas de clase en aulas y seis horas de enseñanza en el campo. Este instituto tiene además una fuerte vinculación con las empresas agropecuarias de la región, que financian proyectos de investigación y le dan empleo a los estudiantes que egresan.

El 31 de julio, Fe y Alegría ha cumplido 48 años en el Perú. Celebramos y agradecemos su invalorable aporte e instamos a nuestras autoridades a que aprendan de este esfuerzo privado para que hagan suyo lo mejor del mismo y lo trasladen a las escuelas estatales, empezando por la libertad de contratar como docentes a profesionales calificados.

Solamente liberando las iniciativas de cambio que surgen de la sociedad, y solamente empoderando a los padres de familia y facilitando la inversión privada tendremos una mejor educación. La vieja fórmula del monopolio de la educación en manos del binomio Estado-SUTEP ha fracasado. De hecho es el que ha impuesto la mediocridad y la corrupción en las escuelas públicas, condenando así a los hijos de los pobres a una educación miserable que los mantendrá postrados en la pobreza.

  • 14 de agosto del 2014

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