Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
En estos momentos está en pleno desarrollo el proceso de selección de los candidatos para la presidencia del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), la principal entidad vinculada a la investigación e innovación en el Perú, y por lo tanto, uno de los sectores claves en la reforma universitaria y el proyecto del futuro del Perú. ¿Por qué es clave en la reforma universitaria? Porque esta entidad también está vinculada a las políticas de investigación de la universidad peruana, uno de los pilares de la reforma en la educación superior.
En este contexto se acaba de conocer que entre los aspirantes a ejercer la presidencia de la Concytec está la señora Gisella Orjeda, quien antes fue presidenta del señalado organismo en medio de diversos hechos polémicos. En este portal no solemos referirnos a personas, pero en esta ocasión la referencia personal es inevitable porque cuando la señora Orjeda ejerció la titularidad del Concytec desarrolló determinadas políticas. Y una de las políticas que más causó preocupación fue su voluntad de excluir al sector privado de la universidad de las políticas generales de investigación.
Como ya lo hemos sostenido infinidad de veces en este portal, es imposible imaginar la reforma de la universidad en el país sin el aporte privado en el sistema universitario. Basta recordar que, en la actualidad, dos tercios de la matrícula universitaria están atendidas por el sector privado (universidades societarias y asociativas), mientras que un tercio es responsabilidad de las universidades públicas.
Por otro lado, es incuestionable que luego del proceso de licenciamiento de las universidades, ha surgido un bloque de calidad de universidades en el que están universidades públicas, societarias y asociativas. En este contexto, las universidades carentes de calidad y sin condiciones mínimas para licenciarse han sido excluidas del sistema.
Algo más que nos parece relevante. Una de las reformas claves para construir el capitalismo del siglo XXI en el país es la reforma de la educación, sobre todo en el desarrollo de la carrera magisterial en la educación pública a través de la meritocracia. Un objetivo que comienza a estar en peligro por algunas decisiones parciales del Congreso.
Sin embargo, otra de las claves de esta reforma educativa es el desarrollo de la ciencia y la innovación tecnológica. Para alcanzar este objetivo necesitamos sumar los mayores esfuerzos de la comunidad universitaria en estas actividades, y algo así solo se podrá conseguir si logramos unificar en una sola política del Estado el esfuerzo de las universidades públicas, societarias y asociativas en los asuntos de la investigación, ciencias y tecnologías.
Por todas estas consideraciones nos parece muy importante la selección del próximo presidente del Consejo Nacional de Ciencia, Ciencia, Tecnología e Innovación, quien debería tener una visión integradora de todos los sectores de la universidad. Finalmente, una de las expresiones de la reforma de la universidad y del desarrollo del país se debe expresar en un nuevo capital innovador que surja del mundo académico de la universidad.
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