Desde las reformas económicas de los noventa, la Consti...
El Gobierno acaba de observar la ley aprobada en el Congreso que permite el nombramiento de alrededor de 150,000 maestros –en la primera escala del magisterio– sin pasar por las evaluaciones y concursos de méritos establecidos en la Ley de Carrera Pública Magisterial. La principal argumentación del Ejecutivo para oponerse a la mencionada ley es que se afectaría significativamente el equilibrio del presupuesto general de la República. En ese sentido, el Gobierno señala que, de acuerdo al artículo 79 de la Constitución, los congresistas no tienen iniciativa para crear o aumentar gastos del Estado.
Sin embargo, al lado del importante tema presupuestal, está el hecho de que la mencionada ley solo exige tener un contrato de tres años en el magisterio para acceder a la primera escala de la carrera pública magisterial. De esta manera, como se dice, no solo se vuela el presupuesto general de la República, sino también todo el proceso meritocrático que se viene desarrollando en el magisterio, que ha permitido incorporar a dos tercios del profesorado a la carrera meritocrática.
Vale informar que, entre el 2022 y el 2023 –a pesar de los intentos contrarreformistas del gobierno de Pedro Castillo–, del total de alrededor de 250,000 maestros del magisterio nacional, los docentes nombrados en base a concursos públicos pasaron del 53% al 73% del total. Es decir, dos tercios del magisterio en línea de carrera meritocrática. ¿Cómo entonces se puede entender la decisión del Congreso de establecer el nombramiento sin concurso? ¿Cómo se sentirán ante semejante situación los profesores que se preparan y capacitan para enfrentar los concursos y evaluaciones de méritos del sector?
Algo que merece subrayarse y dejar en claro es que en este momento alrededor de 250,000 maestros están concursando para acceder a 50,000 plazas de la primera escala de la carrera magisterial debidamente presupuestadas. Sin embargo, el posible nombramiento automático de miles de maestros dinamita todo el esfuerzo de miles de profesores ¡no puede ser!
¿Por qué debemos ser intransigentes en la defensa de la reforma meritocrática que se desarrolla desde hace casi dos décadas? Si bien es cierto que el Perú necesita acabar con el Estado burocrático, desarrollar una reforma tributaria, otra laboral y desarrollar un shock de inversiones en infraestructuras, cualquier proyección del país hacia el futuro siempre carecerá de una columna si es que no se avanza en la reforma educativa: nos referimos al capital humano, a la educación y al sistema de salud.
El capital humano de una sociedad, tal como lo demuestra la evolución de las sociedades occidentales en dos siglos –y tal como se revela en el avance en cuatro décadas de Corea del Sur, Hong Kong y Singapur–, es una columna imprescindible para que el crecimiento y el desarrollo no se detenga.
En ese sentido, el Perú necesita una reforma de la educación y del sistema de salud para tener una fuerza laboral innovadora y creativa, capaz de competir en el mundo de las revoluciones digitales en que nos encontramos ¿Cómo siquiera podríamos reflexionar en estos términos si liquidamos el primer escalón de la reforma educativa; es decir, la meritocracia en la carrera magisterial? No hay manera.
Por todas estas consideraciones el Congreso debe reflexionar sobre la ley aprobada y allanarse a la observación del Ejecutivo.
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