En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
No obstante la emergencia nacional y la suspensión de la movilidad de las personas, para evitar la expansión del coronavirus, la producción de cobre en las minas Toquepala (Tacna) y Cuajone (Moquegua) está al 90% de lo normal. El confinamiento de los campamentos es total: nadie entra ni sale por sus garitas de control, excepto los proveedores de alimento e insumos mineros.
En el ingreso de los asientos mineros todos los vehículos son fumigados y los conductores sometidos a rigurosos protocolos sanitarios, establecidos por la autoridad de salud. Aún cuando los trabajadores de Cuajone y Toquepala están aislados totalmente del exterior, las medidas de prevención han permitido la entrega de alimentos, desde los lugares de acopio establecidos a los domicilios, para evitar el desplazamiento de las personas. El distanciamiento de los trabajadores en los vehículos de transporte y en los puestos de trabajo es absoluto. El resultado de la cautela máxima es que no hay contagiados entre los trabajadores o sus familiares.
Sin embargo, la situación es distinta en la fundición de Ilo (Moquegua). Por su cercanía al puerto, los trabajadores viven en la ciudad. Para ellos, antes de entrar y salir de la fundición, los exámenes de temperatura corporal y síntomas (tos seca, dolores en el pecho, sudores nocturnos, entre otros) han sido redoblados. Para evitar contagios, la minera Southern ha comprado pruebas moleculares para detectar el Covid-19, y espera aplicarlas a sus trabajadores en el corto plazo.
La pandemia del coronavirus trae al debate la importancia de los campamentos para los sectores productivos esenciales para el país. El confinamiento total –alejados de las zonas urbanas– de las operaciones productivas garantiza la continuidad del suministro de los recursos y bienes esenciales para la economía nacional. Más adelante, otras pandemias o eventos fuera del control humano –inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas en el sur o interferencias de orden político– podrían poner en riesgo la capacidad del país para enfrentar, por ejemplo, la distribución de alimentos, medicinas, traslado de personal sanitario y de seguridad.
El Perú no se puede dar el lujo de arriesgar actividades fundamentales del aparato productivo, como la minería. Tampoco se puede detener los proyectos en camino, como es el propósito de la izquierda anticapitalista, con sus falsos discursos sobre el medio ambiente y el intento de promover conflictos artificiales entre los trabajadores y las inversiones.
En este contexto, la constitución del Comité de Seguimiento de Inversiones del Sector Energía y Minas, con la finalidad de evaluar y coordinar la factibilidad de los proyectos de inversión y los riesgos asociados a su ejecución, será una oportunidad para el crecimiento del país. Uno de esos proyectos, Tía María –en Arequipa, de US$1,400 millones para 120,000 toneladas de cobre al 99.99% de pureza– está en espera. Asimismo Michiquillay y Conga (Cajamarca), entre otros. El país tiene una cartera de proyectos mineros que suma US$ 57,000 millones en inversiones, muchos de ellos detenidos por el bloqueo y la acción de la izquierda.
El proyecto de cobre Tía María puede comenzar mañana mismo. Tiene expedita la licencia de construcción confirmada por el Consejo de Minería (CM), luego de un proceso en que se pretendió anular la continuidad de la inversión. Hoy más que nunca urgen las inversiones para enfrentar las secuelas del coronavirus. El cobre ofrece al país divisas, renta, canon, regalías y múltiples convenios de cooperación con las comunidades de influencia minera.
Tía María es un proyecto detenido por décadas. En 1994 se iniciaron los estudios de exploración. Y si los proyectos en Perú se realizarán con mayor diligencia por parte del Estado, el aporte de Tía María sería de 0.4% de la producción nacional. Asimismo con el aporte de canon y regalías –S/ 5,600 millones, acumulados en 20 años– tendríamos siete hospitales nuevos, 17 centros de salud, 183 colegios, 220 kilómetros de redes de agua potable, 300 kilómetros de vías asfaltadas y sistemas de riego tecnificado para impulsar la agrícola. Arequipa recibiría por canon y regalías S/ 273.4 millones cada año; y la provincia de Islay, donde se desarrollará el proyecto, más de S/ 100 millones al año.
Además, con la ejecución de otros proyectos mineros, la pandemia del coronavirus hubiera encontrado al país largamente mejor posicionado. No hay argumento: la minería e nuestra mejor arma para enfrentar la pandemia.
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