Silvana Pareja
La defensa de la separación de poderes
Una garantía para fortalecer la democracia

En momentos de crisis institucional, cuando los discursos extremos intentan imponer narrativas de caos y deslegitimación, es necesario volver a lo esencial: sin separación de poderes no hay democracia, y sin democracia no hay futuro. Hoy más que nunca, el Perú necesita aferrarse a sus principios republicanos, no para blindar al poder, sino para evitar que el poder vuelva a concentrarse en pocas manos.
El actual gobierno —más allá de las dificultades propias de un país fragmentado políticamente— ha asumido una responsabilidad histórica: gobernar sin ceder ante el chantaje, sin someterse al populismo legislativo ni atropellar la independencia de otros poderes del Estado. Se dice poco, pero se olvida que lo fácil hubiera sido ceder, intervenir instituciones o callar ante el sabotaje. Sin embargo, lo que ha hecho el Ejecutivo es sostener la institucionalidad incluso cuando no le ha convenido políticamente.
Respetar la autonomía del Congreso, del Poder Judicial y de los organismos constitucionales autónomos —aun cuando algunos de estos han tomado decisiones cuestionables— no es una muestra de debilidad, sino de compromiso democrático. Porque la separación de poderes no es para debilitar al Estado, sino para evitar que se repitan las viejas prácticas de abuso, captura y manipulación institucional que marcaron nuestra historia.
Montesquieu decía que “el poder debe frenar al poder”. Y eso es lo que estamos viendo hoy: un Poder Ejecutivo que actúa en el marco de la Constitución, que no ha disuelto el Congreso, que no ha presionado a la Fiscalía ni ha manipulado al Tribunal Constitucional. Puede que no todos estén de acuerdo con sus decisiones o su estilo, pero lo cierto es que ha elegido gobernar sin romper el frágil equilibrio institucional que nos sostiene.
Quienes exigen “mano dura” desde trincheras radicales deberían preguntarse: ¿a qué costo? ¿Acaso no aprendimos ya que el autoritarismo, aunque se vista de orden, termina devorando libertades? El Perú no necesita más confrontación ni aventuras caudillistas. Necesita reglas, límites y diálogo. Y para eso, la separación de poderes no solo debe mantenerse: debe respetarse y fortalecerse.
Hoy, el Ejecutivo ha optado por el camino difícil: gobernar en minoría, sin comprar lealtades, sosteniendo la legalidad y evitando el cortoplacismo. Puede ser un gobierno cuestionado por algunos, pero también es uno que ha elegido defender el equilibrio de poderes como fundamento de su legitimidad.
Porque en política, como en democracia, el respeto a las reglas no siempre da aplausos, pero sí garantiza futuro.
COMENTARIOS