En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
En diciembre pasado Southern Perú –concesionario del proyecto de cobre Tía María (Arequipa)–, anunció que en el 2020 iniciaría la construcción de la carretera y un tramo de ferrocarril para unir las operaciones de Tía María con el puerto de Ilo. Entonces la empresa ya tenía la licencia de construcción de la mina en la mano, otorgada por el Consejo Nacional de Minería (CNM), y hasta había comenzado a entrenar a trabajadores jóvenes de los distritos de Cocachacra, Mollendo y Mejía, en la provincia de Islay.
Lamentablemente, todos esos proyectos de inversión de Southern quedaron estancados tanto por la pandemia del coronavirus como por “un aparente desinterés del Gobierno”. Hoy, la influencia del movimiento antiminero es crucial y contraria a los intereses nacionales. Después de Conga (en Cajamarca), los antimineros se han concentrado en el denominado Corredor Minero del Sur (Arequipa, Apurímac y Cusco) con el fin de detener el 50% de la producción del cobre peruana.
No obstante la oposición violenta de pequeños grupos bien organizados, el concesionario Southern persevera desarrollando proyectos vinculados a la salud, la educación y diversas actividades económicas de las comunidades. Asimismo, realiza campañas de difusión de las ventajas sociales y económicas de la minería moderna y responsable con el medio ambiente, una verdadera palanca de desarrollo social.
La cartera de inversiones de US$ 8,000 millones de Southern está vigente. Para Omar Candia, alcalde de Arequipa, el proyecto de cobre Tía María “es necesario para el desarrollo económico regional por ser bastante ambicioso y porque contribuirá a la reactivación económica”. Estas declaraciones sensatas de la autoridad arequipeña han sido cuestionadas por los dirigentes antimineros, quienes han anunciado el reinicio, después de la cuarentena, de sus protestas públicas contra la ejecución del proyecto. ¿Cómo entender a los dirigentes que se oponen al trabajo y bienestar de los pobladores?
La pandemia del coronavirus ha afectado seriamente a Arequipa. Los contagios y personas fallecidas se han incrementado en las últimas semanas y se ha hecho evidente la precariedad del sistema de salud arequipeño. Cabe señalar que la minera Southern, desde el inicio la cuarentena, ha participado activamente en beneficio de la población, instalando dispensadores públicos de agua, donando equipos de protección personal (EPP) a los hospitales, desinfectando comisarías, hospitales y espacios públicos y, entre otras actividades, entregando alimentos y productos de higiene personal. En otras palabras, si Tía María estuviera en ejecución, Southern –además de contribuir a los presupuestos de las municipalidades, gobierno regional y universidades públicas arequipeñas– colaboraría más decididamente al cuidado de la salud de los pobladores.
Sobre Tía María se han inventado mitos y leyendas para impedir su ejecución. Resulta extraño que el ministro del sector Salud, Víctor Zamora, se reúna con los directivos de las oenegés antimineras, autores de relatos falsos para confundir a la población. Por ejemplo, es totalmente falso que Tía María consumirá el agua que utilizan los agricultores del valle de Tambo. El proyecto de cobre construirá una planta de desalinización para tratar agua de mar para sus operaciones. También es totalmente falso que los polvos provenientes de la mina afectarán los sembríos del valle. El científico peruano Manuel Aguilar Villalobos (ingeniero mecánico por la universidad de Wayne, Estados Unidos) ha demostrado que por diferencia barométrica los polvos se dirigen hacia los lugares presiones más bajas; es decir, hacia las alturas en lugar de ir hacia el nivel del mar. El valle de Tambo se ubica a 100 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) y las operaciones mineras se realizan a 570 m.s.n.m.
El proyecto Tía María –US$ 1,400 millones para producir 120,000 toneladas anuales de cobre al 99.99% de pureza– iniciará la explotación de cobre cuando el tajo alcance los 150 metros de profundidad. Realizará las explosiones para desintegrar las rocas mineralizadas al mediodía, momento en que los vientos soplan de sur a norte. El valle de Tambo está al sur de las operaciones mineras. No hay, entonces, sustento técnico para establecer que los polvos de la mina afectarán a los agricultores.
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