En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
Es evidente que la izquierda en el Perú se opone a las inversiones con alta intensidad de capital porque le teme al crecimiento de la economía y a la reducción de pobreza. Pareciera que sin pobres la izquierda no tiene la menor posibilidad de desarrollar sus prédicas. De allí su abierta oposición a las inversiones mineras que concentran capital intensivo; sobre todo en el Corredor Minero del Sur, que concentra la mitad de la producción de cobre del Perú.
Algo parecido está sucediendo con las inversiones en el agro, que también concentran intensidad de capital y tecnologías en las regiones exportadoras. Allí está la oposición de la izquierda a la Ley de Promoción Agraria, Ley N° 27360, que ha permitido diversificar la economía con un incremento de los envíos agrícolas de US$ 800 millones a US$ 7,000 millones y reducir pobreza significativamente en las áreas exportadoras.
La izquierda también se opone a la ampliación de la frontera agrícola, que podría incrementarse en 120,000 hectáreas si se destrabaran los principales proyectos de irrigación. Por ejemplo, Majes Siguas II, el mayor proyecto agrícola e hidráulico del sur, está paralizado desde dos años atrás por oposición de las autoridades regionales.
Sin embargo, las cosas parecen cambiar para bien. El Ejecutivo y el Gobierno Regional de Arequipa acaban de firmar la Adenda 13 del proyecto de irrigación Majes Siguas II, que posibilitará estandarizar el sistema de riego con la misma presión de agua en todas las parcelas. Este objetivo requería un cambio de tecnología por un sistema de riego de tuberías, en vez de los canales abiertos, que suma una inversión de US$ 104 millones sobre los US$ 550 millones proyectados.
Por esta diferencia Elmer Cáceres, gobernador regional de Arequipa, se oponía frontalmente a firmar la señalada Adenda. Sin embargo, el hecho de que el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) venciera el próximo 13 de mayo sin que se hayan retomado las obras dejaba todo el proceso en fojas cero, y obligaba a desarrollar un proceso de dos años (por lo menos) para aprobar un nuevo EIA. Ante esta situación, Cáceres firmó la señalada adenda.
El proyecto Majes Siguas II está paralizado desde diciembre del 2017 por las diferencias alrededor de la adenda 13; es decir, por las diferencias con respecto al cambio de tecnología de irrigación. Un tema técnico se transformó en uno político por la ideologización anti empresarial de Elmer Cáceres, no obstante que el proyecto incorporará 38,500 nuevas hectáreas de cultivos y generará 250,000 puestos de trabajo directos e indirectos.
De otro lado, vale señalar que Cáceres propuso reeditar el minifundio en Majes Siguas II; no obstante que en Majes Siguas I el minifundio creó una agricultura de sobrevivencia e impidió que el Estado recuperara los US$ 800 millones de inversión. El gobernador arequipeño proponía –felizmente hoy ya no existe ese problema– vender tierras con una extensión de entre 5 y 20 hectáreas, ignorando que el proyecto se formuló para la producción agrícola de mediana escala. El objetivo: atraer inversiones intensivas en capital para generar un boom agroexportador en el sur. El proyecto comprende predios entre 300 y 500 hectáreas.
Diversas proyecciones establecen que el precio de cada hectárea en Majes Siguas II llegará a los US$ 6,000 y que las agroexportaciones de Arequipa superarán los US$ 360 millones, agregando varias cifras el PBI arequipeño y al proceso de reducción de pobreza en la región. Para felicidad de los pobres del sur, la realidad ha vencido a la tozudez ideológica de las izquierdas en el mayor proyecto de irrigación del sur del país.
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