Editorial Economía

Reducir y racionalizar gastos, en vez de endeudar al Perú

Ejecutivo no se atreve a tocar la burocracia estatal

Reducir y racionalizar gastos, en vez de endeudar al Perú
  • 10 de mayo del 2020

El fracaso del sistema de salud por problemas estructurales acumulados y la irresponsabilidad del Ejecutivo (no compró pruebas moleculares, respiradores, ni equipos de protección social) para enfrentar la pandemia –no obstante la holgura de recursos– han condenado al Perú a desarrollar una estrategia sanitaria que solo se reduce a prolongar una cuarentena a ciegas. Sin inteligencia sanitaria en base a pruebas moleculares que permitan establecer medidas de emergencia y cuarentenas focalizadas, la destrucción del aparato productivo comienza a convertirse en una tragedia.

Con la cuarentena ampliada, los economistas proyectan al alza la caída de la economía: desde el 12% del PBI hasta el 20% o incluso 25%. Las cifras son aterradoras, pero más devastadora es la proyección del incremento de entre 7 y 8 puntos porcentuales de la pobreza. Ante esta situación, las izquierdas y los colectivismos proponen aumentar impuestos a los “ricos” para conseguir recursos y financiar la lucha contra la pandemia y la recesión, ignorando que el sector privado empresarial aporta el 85% de los ingresos del Estado y provee cerca del 90% del empleo. Los colectivistas quieren matar a la gallina de huevos de oro para luego proceder a estatizarlo todo.

Sin embargo, vale recordar que el Estado en todos sus niveles de gobierno, y sumando las empresas estatales, gasta alrededor del 30% del PBI; es decir, US$ 65,000 millones. Una suma gigantesca para una economía de ingreso medio. ¿Por qué entonces no hay un mejor sistema de salud y más recursos para la pandemia, la reactivación y la ayuda social? Por la sencilla razón de que el Estado ha creado ministerios ideologizados –sin ninguna utilidad social– como el Ministerio de la Mujer, el MIDIS, el de Ambiente, el de Cultura, entre otros, que han inflado la planilla estatal, además de los millones gastados en consultorías.

En una época de vacas flacas, en que las empresas quiebran por falta de producción y ventas y en que se perderán cerca de dos millones de empleos, el Estado debería ser capaz de reducir y racionalizar gastos para reorientarlos al sistema de salud, a los planes de reactivación y la ayuda social. Es decir, acabar con la burocracia inútil, cerrar empresas estatales sin objetivo y evitar dilapidar recursos que debieron ser destinados al sistema de salud.

Pero si hay temor de cerrar ministerios y reducir planilla, vale recordar que las semanas de cuarentena han dejado muchos recursos sin gastarse. Considerando que el 20% del presupuesto se destina a obras de inversión y que el 80% restante a gastos corrientes –del cual una mitad se destina a bienes y servicios, y la otra a planillas–, hay un margen enorme para reorientar lo no gastado. Igualmente, si recordamos que las empresas estatales consumen el 5% del PBI, la mitad de esa suma lo gasta el Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara, un elefante cada vez más adiposo, sin ningún objetivo económico, con el precio del barril de petróleo en el subsuelo. Seguir gastando en esta refinería es un crimen económico y social.

Al respecto, el economista Carlos Adrianzén, Decano de la facultad de Economía de la UPC y columnista de este portal, señala que, sin mayores esfuerzos, el Estado estaría en condiciones de reorientar US$ 1,400 millones es mensuales –que no se ejecutaron presupuestalmente– para destinarlos a la lucha contra la pandemia, la ayuda social y la reactivación. Es cuestión, pues, de buena voluntad.

En este contexto de alternativas, el Ejecutivo ha decidido incrementar la deuda pública; es decir, aumentar la deuda que todos los peruanos pagaremos porque los burócratas no pueden ajustarse los cinturones. Como sabemos, se ha emitido bonos por US$ 3,000 millones a una tasa de interés efectiva de 6%. Se anuncia una nueva emisión de otros US$ 4,000 millones. Y ahora ha trascendido que podría tramitarse un préstamo de US$ 11,000 millones ante el FMI.

Si se ejecutará este plan de endeudamiento el Estado volaría la regla fiscal que establece un límite de 30% del PBI. Nadie defiende una ortodoxia extremista en tiempos de pandemia, pero seguir endeudando al país cuando existe la posibilidad de racionalizar y reorientar gastos es destruir el futuro de los peruanos. Sirve para los planes populistas de los políticos y burócratas de izquierda.

El año pasado la deuda pública estaba alrededor del 26% del PBI y el Perú debía 1.27 veces sus ingresos anuales. Es decir, ya debía más de lo que recaudaba anualmente. Con el nuevo endeudamiento que se anuncia la posición macroeconómica del país perderá su posicionamiento. En otras palabras, el fracaso en la contención de la pandemia no solo ha disparado el número de infecciones y ha destruido el aparato productivo y el empleo, también complicará la macroeconomía del país.

  • 10 de mayo del 2020

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