En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
Los errores del Ejecutivo en la contención de la pandemia y el manejo de la reactivación económica comienzan a poner en peligro todos los avances económicos y sociales logrados en tres décadas de crecimiento y reducción de pobreza basados en la inversión privada. En marzo la economía cayó 16%, pero en abril el PBI se desplomó en 40%. En otras palabras, el Perú no solo empieza a ser un mal ejemplo de contención de la pandemia, sino también la economía que más caerá. Se habla de una recesión que puede convertirse en depresión.
En este devastador contexto las predicciones del Banco Mundial acerca de una caída del PBI del 12% para este año empiezan a quedarse cortas. Algunos economistas hablan de la posibilidad de que el PBI nacional se desplome en 20%. Una verdadera tragedia que significaría más de 2.5 millones de empleos perdidos, más de cuatro millones de nuevos pobres (que llegarían a sumar 10 millones; es decir, un tercio de la población) y cerca de 20% de la clase media en situación vulnerable y precaria. Los errores del Ejecutivo, pues, están arruinando el país.
Ante esta situación se deben encender todos los motores de la reactivación. La gente de buena voluntad del Ejecutivo y del Congreso debería, entonces, destrabar todas las inversiones en minería, en infraestructuras y agroexportaciones, que representan más de dos tercios del total de inversión. Pero en medio de esta situación, hay una verdad irrefutable: la minería puede salvarnos de una caída libre. El país tiene una cartera de inversiones mineras que sobrepasa los US$ 62,000 millones, de los cuales el 80% está destinado para el cobre.
De allí que no se entienda, bajo ningún punto de vista, las marchas y contramarchas del Ejecutivo con respecto al proyecto de cobre Tía María, en Arequipa. Es extremadamente sorprendente que, en medio de la recesión mundial, las empresas mineras prosigan con sus planes de inversión. Garantizar Tía María implicaría reiniciar el círculo virtuoso de las inversiones mineras en cobre del país. Es hora, pues, de encender el motor del crecimiento de la minería.
Un reporte de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía
(SNMPE), señala que las exportaciones mineras de abril de este año cayeron 61% respecto a abril 2019 (US$ 513 millones frente US$ 1,311 millones). Hasta antes de la pandemia las exportaciones mineras representaban cerca del 60% del total de las exportaciones nacionales. Hoy apenas el 31%.
Asimismo, en abril de este año, el volumen de las exportaciones de cobre cayó 48.6% respecto a abril 2019. No se puede negar que el precio internacional de cobre descendió 23.9%; no obstante, durante la pandemia el precio del oro en el mercado mundial se incrementó 30.9%. El país no aprovechó este incremento porque el confinamiento general decretado por el Ejecutivo y los protocolos sanitarios ignoraron que las minas del Perú –al margen de ciertos contagios– cumplen el criterio de aislamiento social por sus emplazamientos geográficos. En cambio, el precio del oro aumentó, pero fue imposible para el Perú aprovechar ese incremento por la resistencia del Estado a formalizar a más de 400,000 mineros artesanales, que ejercen sus actividades en un estricto aislamiento social.
En este escenario general, las inversiones mineras del primer trimestre, de US$ 1,052 millones, expresan una caída de 12.8% respecto a 2019 (US$ 1,206 millones). Estas terribles cifras de nuestra minería se producen no obstante que las minas de Chile y Colombia han venido funcionando casi al 100% durante la pandemia. Allí reside una de las explicaciones de que la economía de esos países vecinos solo caiga la mitad del desplome del Perú.
Por todas estas consideraciones, la minería es el motor que puede evitar la caída libre del Perú en el abismo de la recesión y la pobreza. Antes de la pandemia se sostenía que si el país hubiese ejecutado toda su cartera de inversiones mineras –bloqueadas por las sobrerregulaciones y la acción antiminera– el país habría crecido 5% de promedio anual y se habría logrado reducir la pobreza por debajo del 15% de la población. Hoy las cosas han cambiado, frente al desastre económico en curso, y por lo tanto, la urgencia de la minería es asunto de vida o muerte para el país.
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