En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
Los proyectos hídricos tienen la virtud de ampliar la frontera agrícola, promover nuevas inversiones y generar empleo extensivo. Asimismo, ayudan a resolver los problemas de agua y energía de los pueblos más alejados. La modalidad para invertir en estos proyectos es a través de las asociaciones público-privadas, en la que el Estado y los privados colaboran en la inversión. Por ejemplo, si se concretan los proyectos Majes Siguas II, Pasto Grande y Vilavilani, en el sur del Perú, esta zona del país estará en condiciones de convertirse en otra área agroexportadora, a semejanza del norte del Perú.
Desde este portal hemos sostenido que los discursos anti inversión que ha desarrollado la izquierda en contra de una política hídrica nacional –que construya represas, presas y sistemas de irrigación– se deben a que estos proyectos representan inversiones de alta intensidad de capital y que generan rápidamente crecimiento económico y reducen la pobreza. En La Libertad, para poner un ejemplo, entre el 2015 y el 2019 la generación del empleo formal directo pasó de 49,000 a 109,000. Solo para poner otro ejemplo, y en ese mismo sentido, desde 1995 (año que se inició Chavimochic) se ha pasado de exportar US$ 10 millones a US$ 1,100 millones en el 2019. Todo lo anterior también ha permitido el surgimiento de una clase media alrededor del nuevo campo. Todo lo anterior aterra a la izquierda.
No obstante, el milagro del campo no existiría sin la activa participación de la inversión privada en los proyectos hídricos, sobre todo en un país con una enmarañada burocracia que hace fracasar toda iniciativa. En este contexto, la corrupción ha golpeado seriamente el modelo de inversión basado en asociaciones público-privadas, como mecanismo con el cual promover inversiones hídricas de alta intensidad de capital y tecnologías. Por ello resulta fundamental que el MEF también tenga un plan B para superar la corrupción y evitar el retraso de las obras que posibilitan la ampliación de la frontera agrícola y la generación de miles de nuevos empleos.
En este portal creemos que el MEF y el Ministerio de Agricultura (Minagri) deben evitar los inexplicables retrasos que sucedieron en Majes Siguas II, que postergan las inversiones y la generación de empleo sin mayores justificaciones. En este proyecto, la firma de la Adenda 13 permitirá la estandarización del sistema de riego con la misma presión de agua en todas las parcelas.
Según un pasado estudio elaborado por el Minag, para aprovechar todo su potencial hídrico el Perú necesita construir 600 represas en los próximos cinco años. Sin duda, un objetivo gigantesco. Con sus tres grandes vertientes (Pacífico, Amazonas y Titicaca) distribuidas en 113 cuencas y 46 subcuencas, el Perú podría utilizar el enorme recurso hídrico que posee construyendo infraestructura para represar agua de ríos y lagos, tal como lo han hecho todas las naciones que han alcanzado el desarrollo. En el siglo XX Norteamérica (Canadá y Estados Unidos), Asia (China, Japón, India y Corea) y Europa son los continentes donde se han construido la mayor parte de las represas del mundo. En el otro extremo, con menos represas, están África y Sudamérica. Hoy existen alrededor de 45,000 represas en todo el mundo, y el 80% de ellas están ubicadas en cinco países: Estados Unidos, China, India, España y Japón. Países que han logrado el desarrollo y el progreso.
Es hora de que aprovechemos el inmenso recurso hídrico para continuar con el milagro del agro. Pero no se podrá alcanzar ese objetivo si no se convoca al sector privado.
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