En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
Hoy, como nunca antes, la producción de minerales peruanos tienen mercados nuevos disponibles no solo en las predominantes industrias eléctrica y automotriz, entre otras, sino también una creciente demanda para proveer de piezas y herramientas a los hospitales y centros médicos en donde se libra la batalla en contra del Covid-19. Sin minería, entonces, no habría lucha posible en contra del coronavirus.
De otro lado, el cobre, por su capacidad conductora de electricidad y calor, es un material potente contra los peligros de contaminación provocados por bacterias, gérmenes, virus y otros cuerpos y sustancias dañinas al cuerpo humano. Según el Instituto Nacional Americano de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID), el coronavirus permanece cuatro horas en las monedas de cobre. Otros estudios difundidos por el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), concluye que el cobre es altamente antibacteriano y antiviral. En este contexto, para proteger la salud de la población, de ahora en adelante, se prevé en los espacios públicos de todo el mundo, la utilización de cobre en las barandas, asientos, mostradores, escaparates y toda instalación con contacto humano.
Por esta razón, la reactivación económica –orientada a evitar la pérdida del empleo y la capacidad adquisitiva de las personas– pasa por activar los proyectos de cobre estancados, entre ellos Tía María y Conga en Cajamarca. Así también, destrabar la mayor parte de nuestra cartera de proyectos, que suman US$ 57,000 millones.
En estos días de cuarentena mundial, la minería –principal actividad económica del país– ha reducido su producción por la disminución del número de trabajadores; hecho que origina la disminución de las exportaciones de concentrados de mineral y menor renta y divisas para el país. Por ejemplo, la refinería de Cajamarquilla (en Lima) ha anunciado que opera al 50% de su capacidad, situación que afecta a los productores de minerales de la zona central, también con sus operaciones restringidas.
Para empezar a destrabar los proyectos mineros el Perú necesita superar los relatos antimineros que han desarrollado los proyectos colectivistas y anti inversión. Por ejemplo, el mito de las llamadas “cabecera de cuenca” que pretende prohibir la minería sobre los 3,000 metros sobre el nivel mar (m.s.n.m.), la altitud donde se emplazan la mayoría de proyectos de cobre del Perú. Esta mentira pretende señalar que las cuencas hidrográficas que abastecen el consumo humano y la agricultura proviene de las cabeceras de cuenca, y no de las lluvias. Pero si se trata de cosechar agua, hay que construir represas y reservorios, tal como sucede en los países desarrollados.
Quizá el desarrollo del proyecto Tía María se convierta en un hecho paradigmático para empezar a destrabar los proyectos mineros, sobre todo los de cobre. Con Tía María, proyecto de US$ 1,400 millones para producir 120,000 toneladas anuales de cátodos de cobre al 99.99 % de pureza, el PBI aumentará 0.4%. Múltiples convenios de cooperación entre la concesionaria Southern y las comunidades serán la punta de lanza de los emprendimientos locales para hacerle frente a las consecuencias del flagelo del coronavirus. La pandemia, como todas las adversidades, son oportunidades para hacer reingeniería, corregir errores y transitar por nuevas vías de desarrollo social y económico. Manos a la obra. No perdamos tiempo.
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