Editorial Economía

Hora de cambiar la estrategia contra el Covid-19

Recesión y pobreza pueden generar un estallido social

Hora de cambiar la estrategia contra el Covid-19
  • 03 de mayo del 2020

A estas alturas los economistas discuten si la economía caerá más allá del 10% del PBI y si la pobreza aumentará 6 puntos porcentuales, pese a los programas sociales del Ejecutivo (Plan Reactiva Perú y los bonos de solidaridad). Para ser exactos con la verdad, sin la ayuda social –gracias a las tres décadas de continuidad de un modelo económico– la pobreza podría acercarse a subir 10 puntos porcentuales.

La tragedia económica que se avecina tiene que ver con la recesión mundial en el planeta. Pero si en el Perú los números en rojo crecen más que el promedio mundial será exclusiva responsabilidad del Ejecutivo. El Instituto Peruano de Economía (IPE) ha calculado que cada semana de cuarentena le cuesta un punto porcentual a la economía. 

En el Perú el colapso del sistema de salud y la irresponsabilidad del Ejecutivo en la compra de respiradores, pruebas moleculares y equipos de protección especial –cuando pudo hacerse como Chile, por ejemplo– ha determinado que la cuarentena se prolongue. Asimismo, el uso de las llamadas pruebas rápidas –que detectan anticuerpos de las personas que han superado la enfermedad o están por hacerlo– no ha permitido ubicar los focos infecciosos (lo que sí se puede hacer con las pruebas moleculares que detectan la infección, el virus) ni establecer búsquedas inteligentes de los enfermos, con objeto de establecer cuarentenas y medidas de emergencia focalizadas. 

En este contexto, en el Ejecutivo, aterrados por la demanda de camas de cuidados intensivos y del sistema hospitalario, se decide prolongar de manera indefinida la cuarentena. Pero pasadas las semanas, hoy el principal problema del país comienza a ser la recesión, el hambre, la miseria y el evidente desborde social que puede estallar. Finalmente, el virus avanza casi por un curso natural –ante las ineficiencias en la contención de la pandemia– hacia la llamada inmunidad colectiva que, en el Perú, no tendrá la letalidad de Europa, porque dos tercios de nuestra población es menor de 50 años.

De allí la enorme importancia de relanzar las actividades con todos los criterios sanitarios acerca de la distancia social, el uso de los tapabocas, el permanente lavado de manos e, incluso, el compromiso de la sociedad y el sector privado de realizar por su cuenta pruebas moleculares.

En el Ejecutivo el temor a que la pandemia haga estallar el sistema hospitalario y se establezcan las correspondientes responsabilidades políticas lleva a recelar de la reactivación. Por ejemplo, en la Comisión para establecer el Plan de Reactivación solo participa un representante del sector privado. Los demás son burócratas influidos por los temores del sector Salud en el descontrol de la pandemia. El propio jefe de Estado anunció que el nuevo plan de reactivación dependerá de los protocolos de salud previos. ¿Acaso los documentos se  elaborarán con los criterios de los funcionarios ideologizados del sector salud, que no tienen la menor idea sobre cómo funciona la economía?

Con la recesión, el hambre y la miseria en galope ninguna estrategia sanitaria de distanciamiento social funcionará. Ante la posibilidad de morir de hambre la gente inundará las calles y, simplemente, desbordará cualquier autoridad del Estado. Los economistas calculan que alrededor de dos millones de personas estarían a punto de perder sus empleos y la migración de las ciudades a las provincias será una constante, creándose corredores permanentes de transmisión del virus. 

La letal combinación de recesión, hambre y contagios, entonces, comienza a convertirse en la peor amenaza a la peruanidad. El único sector que parece actuar con prudencia es el Ministerio de Economía y Finanzas –más allá del peligroso endeudamiento que promueve con la emisión de bonos– que parece estar reorientando los gastos del Estado (que no se podrán realizar) a financiar el bono universal para 6.8 millones de familias y otras políticas de ayuda social. Hay mucho más dinero presupuestado que se podría reorientar y racionalizar para el sector salud. Pero lamentablemente es muy tarde para comprar en el mercado mundial.

Por todas estas consideraciones, es hora de cambiar la estrategia contra el Covid-19. Nada funcionará al margen de la reactivación de la economía. Todo se complicará si los funcionarios medianos, extremadamente ideologizados, siguen imponiendo las pautas del curso de la lucha contra el coronavirus.

  • 03 de mayo del 2020

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