Luego de la caída del Muro de Berlín, a fines de...
La presencia de Carlos Graham en el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y la designación de Beatriz Sotelo como viceministra de Hacienda, nos revela que ni siquiera el Gobierno de Pedro Castillo, influenciado por las corrientes marxistas más ortodoxas, puede escapar de los mandatos inapelables de la economía de mercado.
Graham en el despacho del MEF es una garantía para desterrar la ideologización fácil que se presentó durante la gestión de Pedro Francke en el cargo. Un predominio de la ideología que se manifestó sobre todo en la propuesta de reforma tributaria que pretendía aumentar impuestos a ciudadanos y empresas –en un momento de lentificación económica– y aprobar créditos suplementarios a través de decretos de urgencia.
Con Carlos Graham en el cargo es difícil imaginar los sendos comunicados del Consejo Fiscal –tan frecuentes durante la gestión de Francke– que alertaban sobre el incremento del presupuesto, mediante decretos de urgencia, no obstante que el Estado tenía más de US$ 8,000 millones de ingresos adicionales por los precios altos de los minerales y por los pagos adelantados de obligaciones corporativas todavía en litigio judicial.
Muy por el contrario, el nuevo MEF se ha enfrentado abiertamente a la lógica populista en el Congreso que, por ejemplo, ha aprobado una ley que establece la devolución de los aportes del Fonavi sin considerar que ese dinero no existe y que podría dejar un forado inmanejable en la caja fiscal. El MEF, igualmente, ha levantado la voz contra los intentos de algunos legisladores de reformar el sistema previsional para terminar con el sistema de cuentas individuales del sistema privado y crear un frankestein estatal.
Ahora bien, ¿la presencia de Graham en el MEF es un acto de reflexión económica del Ejecutivo? En cualquier caso, antes de Graham el dólar era un actor de la política. Subía y bajaba –afectando la economía de los hogares pobres– con cada uno de los anuncios económicos irresponsables del Ejecutivo.
Es evidente entonces que la continuidad de Julio Velarde en la presidencia del BCR, de Socorro Heysen en la Superintendencia de Banca y Seguros y Carlos Graham en el MEF han organizado una institucionalidad económica que otorga cierta predictibilidad a la economía, no obstante los anuncios del Gobierno sobre la constituyente y las nacionalizaciones. Si las cosas no fueran así, inevitablemente el dólar estaría incontrolable y la fuga de capitales seguiría desangrando al país.
Por todas estas consideraciones, el MEF debería volver a adoptar un papel organizador en el nuevo Consejo de Ministros. ¿A qué nos referimos? En el ministerio de Trabajo y Empleo (MTPE), por ejemplo, hay una voluntad de colectivizar las relaciones laborales que solo se explica desde la ideología y desde la ignorancia sobre cómo funcionan la economía, las empresas y los niveles de informalidad desbordadas del trabajo. Mediante un decreto se ha eliminado la tercerización del empleo y se pretende aumentar a tres las remuneraciones por año trabajado en una empresa en caso de despido injustificado.
Para el MTPE las empresas son enemigas de los trabajadores y del país. Semejante razonamiento ignora que ellas crean el empleo del 80% de los peruanos y aportan el 80% de los recursos fiscales que sirven para pagar sueldos de funcionarios y garantizar servicios. La pregunta es ¿cómo la política responsable del MEF puede conciliarse con la estrategia del MTPE?
El resultado de la colectivización de las relaciones laborales es evidente: quiebra de empresas y aumento exponencial de la informalidad laboral, que sobrepasa el 85% del total del empleo.
En cualquier caso, el Gobierno de Castillo deberá definir si pretende seguir convirtiendo al dólar en el gran enemigo o no. Veremos.
COMENTARIOS