En el Perú, hablar de cobre no es solo hablar de miner&...
Debido a la pandemia mundial del Covid-19, diversos reportes económicos proyectan una recesión mundial sin precedentes. La capacidad financiera de los estados y de los inversionistas no será suficiente para la recuperación económica en el plazo inmediato. Los crecimientos de la producción anunciados por los países serán postergados por las dificultades de las empresas para invertir en los contextos de restricciones económicas y sociales del planeta.
No obstante el panorama sombrío, la producción de recursos minerales y de hidrocarburos continúan en el país, por ser la fuente de diversas industrias locales y extranjeras. La minería ha reducido su producción y el sector hidrocarburos continúa con sus actividades para la ubicación de los pozos de petróleo y gas en lugares aislados de las poblaciones.
El coronavirus y otros factores estratégicos mundiales provocaron una crisis petrolera. En este escenario, el precio del barril de petróleo cayó de US$ 66.48 en diciembre de 2019 a US$ 38.22 en marzo de 2020, un descenso de 42% afectando a los países productores. No obstante este terrible panorama la economía no puede detenerse al 100%. Las exploraciones y explotación de gas y petróleo continúan. Las industrias y el transporte mundial mantienen sus actividades, así como el consumo doméstico, y son hasta el momento abastecidos con normalidad. Según la Sociedad Peruana de Hidrocarburos (SPH), en 2017 el 42% de la electricidad interconectada que consumen los peruanos es generada por gas natural.
En este contexto, la prevención se impone una vez más. El mundo está expuesto a las épocas de las vacas flacas, generadas por terremotos, inundaciones, pandemias y eventos no controlados por el hombre. La responsabilidad de los gobiernos es asegurar la estabilidad económica de sus países en todo momento.
En este sentido, las autoridades de Guyana actuaron responsablemente. En 2015 fueron descubiertos yacimientos petroleros en el país más pobre de la región y con la menor cantidad de pobladores: 779,000 habitantes. Desde que Exxon Mobil anunció el descubrimiento de reservas de petróleo en mar guyanés, los pobladores abandonan las actividades vinculadas a la caña de azúcar por la industria petrolera. Asimismo, por la proximidad con Venezuela, pobladores del país llanero iniciaron un éxodo hacia Guyana para ser parte de la riqueza del país, por la producción de petróleo. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), se prevé en Guyana un crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) por encima del 300% en 2025.
Por otro lado, pese al coronavirus, las actividades económicas continúan en el territorio mexicano. En febrero pasado el presidente Manuel López Obrador confirmó el hallazgo de un pozo de 500 millones de barriles de petróleo y anunció la continuidad de las exploraciones, 21 para este año y 24 en 2021.
En Perú, no obstante la dependencia energética del país (importamos US$ 5,000 millones en petróleo) y la caída de la producción (de un poco más de 2% el año pasado), la izquierda peruana y el marxismo se aprovechan de la pandemia ocasionada por el coronavirus para pretender detener las actividades productivas vinculadas con los recursos naturales, profundizar la crisis económica y desarrollar relatos contra el modelo económico establecido en la Constitución de 1993. El resultado de estas campaña anti inversión: las exploraciones de hidrocarburos cayeron de US$ 1,400 millones en 2008 a US$ 487 millones en 2017. El exceso de normatividad, los conflictos sociales, la inseguridad jurídica y las idas y venidas del Ejecutivo reducen las posibilidades de invertir en el Perú. Mientras a Guyana llegan empresas de talla mundial como Chevron, Shell, British Petroleum y otras.
Según Exxon Mobil, la demanda de petróleo continuará en el mundo y se incrementará en los próximos años hasta en 25% por el consumo mayor de la industria, transporte y población. La expansión de las energías renovables no es suficiente para abastecer los mercados. Y tampoco estas tienen la potencia suficiente para mover, por ejemplo, motores de barcos y aviones.
El coronavirus no es excusa para abandonar los proyectos de inversión pendientes o dejar de promover legislaciones para desarrollar la economía del país. Las responsabilidades con el país no se detienen.
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